sábado, abril 09, 2011

Carta por la muerte de la madre de mi amigo

Amigo, hoy no tengo muchas palabras para consolarte porque nada de lo que te diga podrá aminorar tu dolor, lo sé. Es un dolor que cargas desde hace casi cinco meses y que ha dado la intensidad mayor ahora que ella se ha ido.
Te conocí trabajando y te volví a ver viviendo para ella, sé que te has preparado en estos meses porque ya sabías cuál sería el desenlace, pero también sé que nunca es fácil aceptar que alguien se irá de nuestro lado.
Quisiera estar ahí contigo, abrazarte y darte lo único que puedo, porque las palabras no me saldrían, darte mis silencios para acompañarte, mi hombro para que llores, mi mirada vidriosa, mis lágrimas que te acompañan, mi abrazo para aminorar un poco tu peso, mi sonrisa para que te ilumine y los latidos de mi corazón que comparto contigo.
Quiero que sepas que te admiro por tu entereza en todo momento, tanto en lo personal como en lo profesional, sé que tu madre estaba muy orgullosa de ti, que te amaba como nadie y que te lo dijo hasta su último suspiro con la simple mirada.
Hoy ella descansa y desde donde está te mira orgullosa, quiere que hagas tu vida de la mejor manera y que sigas tu camino con todo lo que ella te inculcó.
Hoy el día es oscuro, ella nunca se irá, pero mañana volverá el sol, si no lo encuentras avísame, que yo te acompaño a buscarlo...
Te quiero!!

sábado, abril 02, 2011

La sirena 2

Él la tomó de las rodillas boca abajo, la acercó a su cadera, con sus manos sujetaba su cintura y la sumergió en el agua a la cuenta de tres. Ella se dejó llevar, abrió los ojos y miró hacia el fondo, la cámara captó sus ojos, su boca sonriente, su movimiento pausado como cuando las algas simplemente se dejan llevar por el mar, hasta que ella entró en desesperación porque algo le impedía soltar el aire tan fácilmente de su nariz. Entonces pataleo, arañó, se movió hasta que pudo safarse y salir a la superficie.
Todo estaba grabado, su cara, su mirada, su angustia, jamás pensó que un simple aparato electrónico que pudiera sumergirse en el agua le ayudaría a relajarse tanto para hacer aquello que siempre había pensado imposible.
Lo intentó de nuevo, él cada vez quería más tiempo, más sonrisas, menos estres, ella no podía dar todo lo que él quería y a cambio le daba besos para que se fuera olvidando de incrementar la intensidad.
Era tal la presión del agua, tal la intensidad de los cuerpos húmedos, tal el calor y el sonido de la brisa a unos pasos del hermoso mar que de pronto se encontraron los dos bajo el agua, se miraban y platicaban con los ojos cual si estuvieran a medio día en el café La Habana, se tenían abrazados pero ninguno se daba cuenta de qué mano era de quién o hacia donde los conducía el movimiento del agua, el panorama comenzó a transformarse y de una alberca finamente decorada pasó a una profundidad marítima inigualable, con una variedad inacabable de algas, de peces, colores increíbles, pasajes secretos, cangrejos de un lado, a lo lejos delfines, una que otra tortuga que encontraron en el camino y hasta les pareció ver a Nemo.
Se dieron un beso bajo el agua y salieron a flote, al menos eso creía él cuando tomó aire, pero miró hacia abajo y no la encontró, su mujer se le había convertido en sirena y no podía volver a pisar tierra, sería su decisión volver a verla, seguirla y convertirse él mismo en una especie mitad humano mitad pez, con la única seguridad de que podrían vivir juntos bajo el agua, a donde el pertenecía, aunque ella fuera fuego...