domingo, octubre 24, 2010

La sirena

Mayte era una sirena, su cuerpo tenía escamas, su cabello era hermoso, su vida era el mar y su sonrisa, según los marinos que la habían visto, era un embrujo.
Había pasado casi 7 años en el mar, su tiempo era distinto al de los humanos y si subía a la tierra habría pasado ya un cuarto de siglo con vida.
Daba vueltas de un lado a otro, nadaba siempre entre la casa de sus padres, el barco hundido, los restos de avioneta y la zona de arrecifes. Era la que más le gustaba porque podía ver a los humanos y ellos no podían acercarse a ella.
Siempre le habían dicho que tuviera cuidado con ellos porque se enamoraban con facilidad, pero había algo en los humanos que le fascinaba, su forma de mirar el mar, por ejemplo, siempre estabn maravillados frente a él, como si los hipnotizara.
A pesar de lo que sus padres y amigos decían, no había mejor lugar para ella que el arecife. Ahí se agazapaba y los veía, por las noches salía un poco a respirar y de vez en cuando sentía la mirada asombrada de un humano, lo que ella decía que era de buena suerte.
Poco a poco se le hizo costumbre salir, sus padres se enojaban y la encerraban, pero cuando salía volvía a empujar su enorme cola con dirección al arrecife, parecía un vicio.
Un día finalmente se decidió a salir del lado de la arena, donde la profundidad era poca y los nervios muchos. Su corazón latía fortissimo, pum, pum,pum,pum,pum.
Salió y conoció por fin sus piernas, pudo caminar y sentir la arena, justo recorría la costa cuando se encontró a alguien, un hombre que la miró asombrado.
Él había visto en ella no a una mujer, tampoco a ina sirena, sino a un ser especial, había notado en sus ojos un brillo particular. La llevo a casa, le preparó la ducha, le dio de comer, le puso una música árabe que la transformó y después le propuso ser el lienzo para pintar sobre ella una gran obra de arte.
Ella se sentía tan bien que aceptó y tardaron 7, 8, 10 horas en ese proceso. Cuando terminó de pintarla ella era un pavoreal hermoso, tenía múltiples colores, entre ellos el dorado, el azul, el rosa... Ella estaba encantada, pero para entonces él a se había enamorado.
Ella estaba tan feliz que abrió sus alas y voló, mutó y transmutó mil veces, cada vez en algo distinto, en algo que ella anhelaba ser, se fue de un país a otro, de un habitat a otro, voló y fue, fue ella, lo que ella quería, voló y se sintió libre de hacer, de decir, encontró que su pasión era ser cada día distinta, su misión era mostrarle al mundo que no podía ser atrapada y que las veces que quisiera podía volver a casa, porque su casa estaba en su corazón.

viernes, octubre 08, 2010

Tengo un nudo en la garganta y no sé cómo desatarlo, mis ojos tienen un ave inquieta que revolotea de un lado al otro, tengo el corazón oprimido y el alma inquieta... Será que estas cerca de nuevo o simplemente es que te has ido por completo...