martes, diciembre 10, 2013

Recuento de luces, colores y lágrimas

Hace 28 años veía apenas la luz al final del camino que marcaba el inicio de una vida, de mi vida. Nací poquito antes del aniversario de Lupita, la virgen, años después que mi hermano Neto y muuchos años antes que cualquiera de mis siguientes hermanos. 

Crecí bajo las enseñanzas de mi abuela, la cual debo reconocer que me dejó mucho de su carácter entre mandona, cabrona, pero siempre preocupada por quienes quería. De mi madre y mi padre creo que he sacado su vocación al trabajo, de mis abuelos paternos conservo aún la esperanza del amor eterno y de mis hermanos he aprendido que la familia siempre esta ahí cuando uno los necesita. 

Tuve la fortuna de crecer en una familia unida, en la que mis padres me dieron lo mejor que pudieron: amor y educación. Hoy, dos años después de salir del nido, he tratado de ser más ordenada, menos dispersa, he viajado, he vivido lo que he querido, ejercí mi profesión, me aventé al abismo y sigo aquí.

Pero la vida no sería la vida si no hubiera sufrido también, lo malo del sufrimiento es que duele, lo bueno es que nos enseña a valorar lo mejor que tenemos. Hoy sonrío y detrás mío toda mi historia, a veces víctima, a veces verdugo, a veces implacable y otras sensible, pero en todos los casos soy yo. 

Quisiera recordar mis tropiezos pero sé que debo privilegiar mis logros, se asoman mis culpas y remordimientos, pero salen avantes mis satisfacciones porque tengo derecho a ser feliz de la forma en la que mejor pueda. 

Vulnerable, curiosa, libre de ataduras, fuera de estigmas, cada vez más cerca de lo que quiero ser: una mujer plena. 

Hoy recuerdo cada año de mi vida, cada experiencia vivida, cada trago amargo que he pasado y cada sonrisa que he regalado, vivir es un privilegio y hoy, con 28 años, tengo como siempre el mundo en mis manos, tengo todo y agradezco al mundo, al universo, al Dios creador y a todas las personas que han pasado por mi vida poniendo granitos de arena en la inmensidad del mar de mi vida. 

Cuando niña siempre pensaba que al crecer todo sería más fácil, creía en los cuentos de hadas, aunque la niña argentina crea que las princesas son unas boludas, tenía temor de lo desconocido y unas ganas infinitas de ser exitosa. 

Hoy sé que el éxito es un estado de ánimo que cambia cada día, que los miedos se combaten frente a frente y que las princesas viven en castillos, encerradas. No soy una princesa, tampoco pretendo ser la mujer ideal, sólo quiero ser yo en mi estado más puro, desnudar cada cosa que guardo en mi interior y subir cada montaña que me encuentro con esta felicidad que me inunda, como cuando nadaba de muertito con mi padre a un lado. 

Un día mi vida llegará a su fin, para ese momento espero no arrepentirme de nada y haber vivido todo aquello que estuvo en mis manos, espero haber disfrutado intensamente cada segundo y haber contribuido con acciones positivas o negativas a que los demás crezcan hasta el infinito, porque todos los seres humanos tenemos la capacidad de crecer, sólo hace falta salir de la zona de confort.

Después de hoy me quedan dos años para llegar a los 30 y aún me falta tanto por conocer, por recorrer, por disfrutar con todos los sentidos... Hoy doy gracias a la vida, sigo mi camino, me adapto a los cambios, a las adversidades y encaro aquello que más temor me da como encaro el pasar manejando entre dos coches en un espacio estrecho: con calma, mirando todos los ángulos, calculando movimientos, bajando la velocidad y acelerando poco a poco. 

Shukran!