jueves, julio 06, 2017

El reloj y el cuenco...

Imagino a los backpackers de hace años, de hace siglos, a los nómadas que caminaban de un lado a otro buscando dónde vivir temporalmente, aprendiendo cada vez que llegaban a un nuevo ambiente, a un nuevo momento. 

Imagino que en el camino se contaban sus historias, lo que habían vivido, sus consejos de camino a donde iba el otro y se compartían también sus ideas. Martin llegó a casa y me contó una de las historias que a lo largo de su vida ha escuchado, una sobre un encuentro de ideas asincrónicas, de algo que hace cientos de años se convirtió en realidad y cuyo encuentro probablemente fue en algún lugar remoto como cuando dos backpackers se encuentran en medio de la nada, y no hay nadie para documentarlo, ni para contarlo, pero la imaginación puede recrearlo. 

Cuentan que desde años los himalayas comenzaron a trabajar los metales preciosos y al tiempo comenzaron a explorar el sonido que podían generar con los mismos, de esa exploración surgió lo que hoy se conoce como cuencos, unas vasijas de diferentes materiales que al ser tocadas por una baqueta cantan con un sinfín de tonos graves y agudos, dependiendo de cómo sean tocados. 

En algún momento de la vida los comerciantes o nativos que solían llevar siempre sus cuencos a cuestas, se encontraron con un par de jóvenes soñadores ilusionados porque llevaban en su mente y algo entre sus manos la idea de un reloj, algo que midiera el tiempo de la manera en la que ya se concebía socialmente. Y en ese instante ambos compartieron lo que hacían, lo que soñaban, lo que pasaba por sus mentes ante tremenda idea y cómo querían transmitirla a la mayor cantidad posible de personas, que en ese momento seguramente eran quienes los acompañaban en la travesía y los nómadas que se encontraban en el camino. 

El reloj con su tic tac tratando de contar segundo a segundo el paso del tiempo, con sus manecillas, su mecanismo, su sonoridad controlada frente a los cuencos con sus cantos relajantes y armoniosos, que hacen que la gente pierda la noción del tiempo mientras los escucha, mientras se deleita con sus tonos, con sus vibraciones... Quien diría que el remedio y la enfermedad se habrían encontrado en el mismo espacio, en el mismo momento, en algún lugar del mundo frente a dos soñadores queriendo contarle al mundo sus ideas... 

Y quizá no saben lo que crearon hasta nuestros días, la gran revolución que han hecho ni cómo convergieron nuevamente en la línea del tiempo... así como los backpackers de hoy se encuentran, se cuentan sus historias, sus ideas, sus sueños y quizá no sepan el potencial que esos encuentros tienen para el mundo...