domingo, julio 20, 2008

La hermana mayor

Yo tengo una hermana, una hermana niña en proceso de ser mujer, una pre adolescente que comienza a crecer por todos lados, que ya se da cuenta de la realidad de una niña no tan niña ya.
Me habría gustado tener una hermana mayor, quizá habría sido como la mía menor, habría agarrado sus cosas, zapatos, calcetas, ropa, maquillaje, bolsas, habría hecho lo mismo o más de lo que mi niña está haciendo para asimilar que cambia su cuerpo y su mente.
Y yo, que no sé qué hacer, ni cómo hacer, que la primera vez que reglé lo conté a la chica que nos ayudaba en casa y que nunca he sabido hablar con mi madre de sexo u hombres, tengo que cumplir con mi tarea de hermana mayor.
Es un proceso que ella no repetirá con alguien más, a menos que sea su hija o mi hija, todo empieza por explicarle que en poco tiempo llegará a su vida una visita mensual, horrible por los dolores pero hermosa por las posibilidades de vida que ello implica.
Comprarle ropa nueva que deje de ser infantil y se torne en algo que le de estilo y le dé un toque de sensualidad adolescente, comprarle corpiños y un bra, su primer bra, yo habría querido que alguien hiciera eso, que alguien me explicara la diferencia entre copas o entre toallas sanitarias, que alguien me diera un desodorante y me dijera para que servía, que mi madre se hubiera sentado a mi lado y me dijera lo que era un condón.
Habría querido saber tantas cosas sobre cómo pasaría todo en mi primera vez, que alguien me hablara de los riesgos, de los anticonceptivos y de las enfermedades de transmisión sexual.
No era imposible que alguien me dijera qué chingados era depilarse y para que sirve un rastrillo, cómo usarlo.
A mí también me hubiera gustado pasarme a la cama de mi hermana mayor en las noches, cuando hiciera frío, ir de compras por la mañana o al salón al medio día, que los reyes me dejaran un celular o que mi padre me permitiera usar internet.
Es un proceso tan difícil para mí ser la hermana mayor, nadie te enseña, de nadie aprendes, sólo de los madrazos, las cortadas o las desilusiones amorosas. No sé, no sé ser la hermana mayor, pero prometo aprender.

Yo también tengo una casa de pájaros

Pareciera absurdo pero creo que no lo es. Yo también tengo una casa de pájaros, me la regaló un amigo al que quiero mucho y aunque no tengo pájaros quisiera enumerar las ventajas de la misma.
La diferencia entre una casa de pájaros y una jaula, es que el ave sabe que es su hogar, pero no esta preso, sabe que puede volver cuando quiera y que es una muestra de amor de su dueño, mas no es parte de la misma.
El ave entiende que puede irse, volar lejos y después volver, su casa estará ahí para darle calor, para albergarla en su hogar, sabe que su dueño le da el libre albedrío para estar donde quiera y volver sin más, le da la libertad que tiene implícita en sus alas, en su espíritu.
A diferencia de una jaula, la casa le da calor, la resguarda del frío y la esconde del calor, le da un pequeño campo de visión y le muestra un fragmento del cielo, de su cielo.
La jaula, aunque sea de oro, no deja de ser prisión...

Nunca pierdes el estilo

Te vi hace unos días y no pude ni hablarte. Llámalo remordimiento, arrepentimiento, temor o como quieras. No pude articular ni siquiera un hola porque mi corazón saltaba del gusto y del temor al mismo tiempo. Lo bueno, creo yo, es que tú no pierdes el estilo, me da gusto haberte visto y que estés bien y por ello quisiera escribirte unas palabras que sabrá Dios si algún día llegues a leer.
*****
Perdóname amiga, hoy, después de 6 años de no vernos y no saber de ti, quiero pedirte perdón. Perdón porque no estuve contigo cuando me necesitaste, porque no te abrace cuando supiste que estabas embarazada, porque no te busqué para darte mi apoyo, porque no te llamé para felicitarte por el nacimiento de tu bebé ni por tu cumpleaños nunca más.
Perdón porque yo me dije tu amiga, tu hermana, miles de veces pero cuando era necesario no te di mi mano, ni mi brazo, ni siquiera mi hombro o mi oído para que dijeras lo que sentías. Perdón porque no pude dar una palabra de aliento, porque no hice nada para demostrar que realmente era tu amiga, porque ni siquiera sabía de tu paradero y porque, aún cuando varias veces pensé en pasar por la que era tu casa, nunca me atreví a acercarme.
Perdón por no haber cumplido nuestros sueños de vivir las tres amigas en un depa a los 18, porque no fui la madrina de tu hijo o hija, porque no te vi madurar de manera obligada, porque no platiqué contigo más allá de las cosas escolares.
Ahora que te he visto habría querido decírtelo en persona, pedirte perdón y abrazarte con todo el cariño que te tengo. Te recuerdo con tu pantalón beige y tu blusa negra, con tu cara de niña y tus ganas de vivir y ser una mujer plena, con tu coquetería innata y tu capacidad para decir lo siento.
Debo agradecerte el conocer al hombre al que amo, fue por ti y por nuestra obsesión por Six Flags que hoy puedo estar con él, que puedo mirarlo a la cara y agradecer a Dios el que esté a mi lado, agradecer que no se quedó contigo por razones del destino y hoy está a mi lado.
Habría que contar tantas cosas, relatar paso a paso todo lo que ha ocurrido en estos seis años de mi vida en que no he sabido nada de ti, en los que extrañé tu presencia para poder saberme escuchada por una amiga.
No puedo más que desearte que Dios te bendiga a cada paso que des, en cada acción que hagas, en cada proyecto que emprendas, que Dios bendiga tu camino por haberme dejado tantas cosas y haberte llevado tantas otras.
Te quiero mucho Liz.
KP

domingo, julio 13, 2008

Pregunta inocente

De pronto me doy cuenta de que de mi vida no tengo película, tengo sólo una serie de fotos que me recuerdan lo ocurrido, que me transportan a un hecho o un momento, como mi primer beso a mis 17 años o mi primera cerveza a mis 18 y con mi amiga Dora.
Es mi hermana quien abre la caja de Pandora y deja salir todos los demonios, aunque también los ángeles, que han conformado mi vida. Todo empieza con una inocente pregunta ¿cuántos celulares he tenido en mi vida? parece tonto, pero con cada uno he pasado circunstancias distintas, desde diferentes novios hasta pasos por niveles escolares, la incursión de la nueva tecnología y la adopción del celular como una dependencia en la vida, la necesidad de estar comunicada y la importancia de los mensajes escritos.
Así, como fotos, pasan mi primer novio a los 11 años; mis amigas de las tres escuelas de primaria en las que estuve; mi maestra-mamá Rosy en primero de primaria; la muerte de mi abuelita; cuando me comencé a maquillar en la secundaria; cuando por fin y después de tanto, como a los 14, comencé a usar pantalón; cuando fueron mis 15 años; cuando comencé a ir a la iglesia y tuve un novio ahí; cuando terminamos; la inseguridad con la que yo besaba a ese novio que ahora debe ser un actor; el momento en que me hice novia de mi primer gran amor; los pocos meses que duramos y que fui feliz; todo lo que sufrí cuando terminamos y lo gandalla que se portó.
Así igual tengo la foto de mis mejores amigas de vida en la prepa y todavía, entre ellas Dora, Vero, Claudia, Eli, Lety; tengo muy presente aquella fotografía de un cumpleaños al que no pude ir y me festejarían con brownies de coca, ahh no vea, jejeje; de ese mismo día tengo la fotografía de la primera vez que me llevaron mariachis y aunque no me vi recuerdo claramente mi cara de felicidad; recuerdo cuando entre a la Universidad, lo difícil que fue acoplarme;mis amigas, Jocelyn y Diana, Yazmín después; recuerdo a un novio de la escuela, una bufanda que me regaló y la buena amistad que conservamos;las prácticas en Bellas Artes y mi segundo gran amor; me recuerdo esperándolo ya cuando no era mi novio en el Monumento a la Revolución a ver si un día volvía; recuerdo mi estancia en Milenio, fotografías de amigos ayudándome, comiendo conmigo o fumando, incluso simplemente platicando; una llamada telefónica inesperada; la confianza que me hizo tener en mí misma; los cambios de imagen...
Tengo tantas fotografías en mi mente, conforman todas lo que ha sido mi vida, mis recuerdos, faltan tantas por contar, tantos lugares como El Gallo, la Calzón, el jardín zen, falta la foto de tantas personas que han sido importantes en mi vida, todo eso me puse a pensar después de la inocente pregunta de mi hermana...

miércoles, julio 09, 2008

La mujer pantera

Una mirada indecible, sorprendente, mágica, con un toque de lujuria y una pizca de amor. Me miró y me pidió un cigarro, platicó conmigo un rato, me detuvo al entrar a casa y logró que sonriera a pesar de que me había repetido que jamás le volvería a sonreír.
Hace tanto tiempo que nos dejamos, hace tanto que pasó un huracán que arrasó con las bases inciertas que habíamos empezado a construir. No recuerdo si fue el sol o el frío, el día o la noche, las nubes o las estrellas las que nos separaron de tajo, las que pusieron, entre él y yo, una muralla china, una barda anti-inmigrantes o una reja carcelera, sólo recuerdo que una y mil veces me ofreció el espacio que había en su vida y en su cama, otro tanto preguntó porqué nacía tan tarde y finalmente terminó queriendo alejarse de la mujer pantera que todo destruye a su paso.
Estoy segura, como él lo está, de que en algún otro mundo, seguramente en otra vida, estuvimos juntos, quizá fuimos amigos, novios, amantes o esposos, quizá sólo fuimos un par de gatos en celo o aves que migraron juntas hacia un mejor lugar, quizá no fuimos nada y sólo es el subconsciente el que nos hace creer que algo pasado hubo.
Desperté de mi narcolepsia y casi abría la puerta cuando me detuvo, preguntó por un amigo, hizo algo de tiempo, supongo que para no platicar con un vecino molestón que no le caía para nada bien.
Miró la "cascada" que hay afuera de mi casa, me miró a los ojos, me besó en la boca y desapareció. Desde ese día, cada que voy a entrar a mi casa tengo la intención de preguntarle al viento y a la lluvia si lo han visto, pero sólo me atrevo a decirles que le besen el rostro como si fuera yo la que estuviera con él, aunque a él la lluvia no le agrade...