sábado, mayo 30, 2020

La batalla de Jean Francois

Cole tuvo un aterrizaje forzoso. Apenas comenzaba la lluvia cuando entre el viento y el agua lo llevaron a un lugar desconocido, volando como Superman! Los que son de su especie tienen un pequeño problema, ja, si caen de espaldas no pueden levantarse solos. De hecho según lo que cuentan, ellos viven debajo de la tierra durante años y cuando salen de ahí sólo pueden vivir un mes fuera. 

No sé Cole lo sepa, tampoco sé cuanto tiempo lleve fuera de la tierra, pero aterrizó en nuestra mesa y sí, aterrizó al revés. Hizo un sonido fuerte al llegar. Margot estaba justo regresando del baño cuando lo vio y tomo el cuchillo que estaba junto a su plato. Lo volteó cuidadosamente y lo miró, quedó sorprendida con ese enorme cuerno... Ese fue el principio de una velada en la que Cole nos robo la mirada a todos. 

Hablábamos de la comida, de la vida, del Coronavirus, de la comunidad gay, de México, de la comida... y Cole no se inmutaba. No movía ni una patita y eso que tenía 6, pero cuando tratamos de levantarlo se sostuvo fuerte del cubre mantel. Jean Francois se acercó a mirar y Margo le preguntó, ¿cuál es la historia de este insecto?

No alcancé a escuchar porque llevaba los trastes sucios a la cocina pero cuando volví todos seguían mirándolo, seguíamos mirándolo. Le sacamos fotos, queríamos verlo más y más de cerquita, comenzó a causarnos una gran curiosidad. Pensábamos ¿dónde estarán sus ojos? ¿será macho o hembra? ¿por qué no se mueve? ¿no querrá comer? incluso le pusimos un poco de lechuga. Pero él nada que se movía. 

¿Alguna vez te has preguntado qué podría sorprenderte a los 70 años? Hoy me di cuenta de que muchas cosas me seguirán sorprendiendo el resto de mi vida, no es una esperanza, es una decisión. Lo sorprendente de Cole es que mide 4cm aproximadamente, soporta hasta 30 veces su peso y tiene un cuerno en la parte frontal. Puedo añadir que si tratas de moverlo para que se vaya, no se inmuta, pero si juegas un poco con él es adorable. 

Por minutos Margot se fue a hablar por teléfono, y Jean Francois tomó su lugar, ahora estaba justo enfrente de Cole, mirándolo detenidamente y con su dedo índice derecho comenzó a tocarle el cuerno cuidadosamente una y otra vez espaciadamente. Al hacerlo, Cole levantaba la mandíbula primero y después la bajaba nuevamente para mostrar su impresionante cuerno. 

"Su cuerno, me dijo Jean Francois mientras , es para pelear con los otros machos, cuando tienen una batalla se enfrentan con su cuerno"

Yo lo miré, le dije que parecía que estaban teniendo una batalla en ese mismo instante, sólo que Jean Francois lo hacía con el dedo y le dije que le tomaba una foto. Él sonrío como niño pequeño, dijo "oui" y acercó su nariz al cuerno de Cole para que la batalla fuera justa. Pienso en la armonía de ese momento, en lo bonito que es mirar a alguien que ha vivido más de 70 años teniendo una batalla justa con un escarabajo rinoceronte. Pienso en lo fácil que nos hemos olvidado de que somos parte de la vida para enaltecer el pensamiento de que somos los dueños del mundo. 

Cole se mantuvo en la batalla y salió victorioso. Se quedó unas horas ahí, sujeto al cubre mantel. Después, cuando nos fuimos dormir, se aseguró de que no había más depredadores y voló. Voló en la vida real, pero siguió aterrizando en mi mente por un buen rato, creo que quiere asegurarse de que haya recibido la lección de la batalla... 




viernes, mayo 29, 2020

La lección del Tagine

Una de las cosas más increíbles de Marruecos es su color ocre por todos lados. Cuando estábamos por aterrizar en Ouarzazate nos asomamos a la ventana y todas las construcciones eran color ocre, el color del desierto. Era visualmente un festín que remueve las fibras más profundas del corazón ¿por qué? porque somos nómadas. 

Antes de que la vida fuera "despierta, trabaja, duerme" teníamos una vida nómada. Nuestros ancestros caminaban y caminaban hasta que encontraban un lugar donde establecerse por un tiempo. Su techo era el cielo estrellado. Su luz era el fuego saltarín. Su música era el sonido del viento y el resonar de los camellos, los juegos de los niños y las charlas con los otros nomadeantes. 

En medio del desierto, donde nada crece, encontraron la forma de vivir, de alimentarse. La arena se calienta tanto que se vuelve un horno y se puede cocinar dentro de ella. Al pasar de los años se crearon países, fronteras y tuvieron que establecerse en un lugar, aunque no querían, aunque iba contra su naturaleza... 

Y para recordar la libertad del desierto crearon el Tagine, una estructura color ocre (o decorada) con una forma especial que parece las dunas del desierto, hecha de barro y con un plato en el que se sirven los manjares más exquisitos. 

Antes de nuestro viaje a Marruecos nunca había probado los platillos que en ella se cocinan. Ahora que estamos viviendo con André en un paraíso escondido en Bali, él tiene un Tagine en la cocina, así que decidimos probar, explorar a hacer un platillo estilo marroquí. 

Siempre me he sentido insegura en la cocina cuando se trata de cosas que no conozco o no mexicanas, la combinación de especias me da vértigo y que algo salga mal me hace llorar, rehace sentirme un fraude. Marvin es muy bueno haciendo eso, combinando, probando, aunque algo le salga mal siempre sabe cómo componerlo. Pero ayer no quiso hacer el tagine. No tenía ganas de explorar y tenía mucho trabajo. Así que me aventuré yo. 

Nunca lo había hecho, así que miré una receta en YouTube. Me sentía nerviosa, pero no me gusta preguntar, así que simplemente seguí las instrucciones de la chica en el video y de pronto noté que se me empezaba a quemar algo... Mi instinto me dijo "échale agua". Mi mente estaba tan preocupada por regarla que no entendía cómo funcionaba el mecanismo y pensaba que solita se generaría el agua con el vapor. 

Después me dije "muy bien, con agua está genial, que bueno que seguí mi instinto" pero aún me sentía temerosa, lo probé y pensé que no sabía mucho a las especias, me empecé a juzgar porque no sé combinarlas, me dije que siempre prefiero que las cosas queden sin sabor que hacerlas contrastar en una experiencia intensa, me empecé a preguntar mil y un cosas y después le escribí a Marvin como broma "Aiura, pide una pizza" ja 

Nada es una broma. Él llegó lo probo, me preguntó si le había puesto una cosa, le dije que no, y ahí mi mente se bloqueó. Me sentí como niña chiquita pensando que algo está mal con ella. Notó mi actitud, me preguntó si estaba enojada. Le dije que estaba sensible y que él era un juez muy duro. 

La realidad es que yo soy una juez muy dura conmigo misma, pero lo uso a él para decírmelo, para exigirme, para tomar sus palabras como algo que me haga experimentar la decepción. 

Después comimos tagine, no me encantó y no pude vivir esa experiencia de otra forma más que tensa , pensando que no estaba muy bueno, que había hecho poco, que se no se veía estético... Y hasta ahora que escribo esto me viene a la mente este recordatorio, el tagine tiene la forma de las dunas, las dunas en las que éramos libres de caminar, de explorar, de sentir, donde nuestro "trabajo" era vivir en armonía con nosotros mismos, con la tierra y con los otros. 

Deseo que cada vez que vuelva a cocinar recuerde ser libre de caminar, de explorar, de sentir... que cada vez que cocine recuerde la lección del tagine. 





miércoles, mayo 27, 2020

Helado de papaya para todos por favor

Pensaba escribir al medio día, pasé por la cocina y recordé que teníamos nieve de papaya, así que pasé a servirme un poco. La hice hace unos días porque teníamos excedente de papaya, la cosechamos en la casa donde nos quedamos ahora y es increíble lo fresca que es. Si te lo preguntas, no, nunca había hecho un helado de papaya antes, jaja, pero le pregunté a Dios Youtube. 

Frente a la alberca hay una estructura tradicional que los balineses suelen tener en diferentes lugares para descansar, principalmente en medio de los campos de arroz. Me gusta porque es como una tabla elevada un metro sobre el suelo y cubierta por un techo tradicional. Un par de cojines, unas mesitas de lado... Es quizá uno de mis lugares favoritos de la casa. 

Me senté ahí, contemplando el agua y los árboles y comiendo helado con la fruta del papayo que estaba justo frente a mis ojos. Lo escribo y se me salen las lagrimas de los ojos. Me siento muy afortunada de vivir este momento de mi vida así, abierta al amor. 

Pensaba en si podría ser heladera, porque el toque de jengibre y canela que le puse lo hizo delicioso... vino a mi mente el proceso y cómo podía poner más de una cosa o menos de otra, o sumarle un sabor y entonces entendí una frase que hace mucho tiempo escuché pero no había entendido nunca... 

"Lo que sea que tú decidas hacer, la vas a armar, te va a ir muy bien" 

Escuché esas palabras de la boca de varias personas cuando tenía unos 22 años. Lo escuché cuando fui becaria, cuando fui reportera, cuando fui asistente... Recuerdo que en aquel entonces sentía que tenía que ver con decidir qué quería hacer de mi vida, en qué me quería especializar o en qué me quería enfocar. 

Y ahí con cada sorbo de helado de papaya sentí lo que realmente significan esas palabras... Decidí hacer algo simple, un helado, disfruté el proceso de idear qué hacer con el exceso de papaya, de idear un helado, de aprender a hacerlo, de probarlo, de hacer una segunda prueba agregándole otros ingredientes, jugando a experimentar... es algo tan sencillo y tan hermoso... sí, la estoy armando en hacer helados, no me quiero hacer rica, no quiero comercializarlo, no me interesa que todo el mundo lo conozca, con sólo disfrutarlo y poder compartirlo con quienes están hoy junto a mí, es más que suficiente para sentir que "ya la armé". Y eso es sólo el mensaje que me dio un helado de papaya... 



lunes, mayo 25, 2020

Buen viaje de vuelta a casa


Una de las cosas que más admiro de ti es la facilidad con la que te desdoblas en personajes, pasas de uno chistoso a uno dramático, de un resignado a un galán seductor, de un chismoso de barrio a un reflexivo profundo. 

Creo que lo admiraba desde que íbamos en la universidad, pero en aquel entonces me molestaba admirarlo porque yo anhelaba serlo, pero no podía. Me preguntaba de dónde habías sacado tanto ingenio y tanta alegría. 

Hoy lo miré en un video y miré todo. Los papás son esos acompañantes que elegimos para que nos recuerden todas las herramientas que necesitaremos al crecer. A veces no entendemos lo que hacen, a veces nos molestan sus lecciones, a veces no recordamos porqué era tan importante que nos dieran esa herramienta... 

Y de pronto todas sus interpretaciones están en ti, gestos, voces, ademanes... es como si el te hubiera mostrado una luz que has decidido convertir en una linterna. Aprendiste a compartir la alegría y ahora compartes todo lo que hay en ti. 

La llama está encendida. La luz puede ahora volver al cosmos. Gracias por venir, gracias por entregar tu magia, gracias por encender otras luces, gracias  por cada minuto de entrega y de pasión. Gracias por el legado y por los mensajes que todos, directa o indirectamente recibimos. 

¡Buen viaje de vuelta a casa!


sábado, mayo 23, 2020

Viajes para mis hijos

Si alguien me hubiera dicho cuando era niña que existía un lugar que se llamaba Bali, donde todos los días las mujeres hacen ofrendas hermosas con flores e incienso para sus dioses, donde buscan la armonía con la naturaleza, con Dios y con los seres humanos, si me hubieran dicho que algún día yo lo conocería con mis propios ojos, habría sonreído y preguntado más. Pero no fue así. 

Recuerdo que cuando era pequeña me acostaba en el sillón con las piernas extendidas en el respaldo, escuchando tiempo de vals e imaginando el momento de mis 15 años. Eso era lo que más me entusiasmaba. Con tantos viajes que Marvin y yo hemos hecho, ha venido a mi mente una idea en particular, hacer un libro de viajes para mis hijos. 

Quiero que cuando crezcan sepan cómo nos enamoramos, pero también cómo son las playas de Cuba y sus calles, el sabor de su son y de su ron. Quiero que puedan imaginarse lo impresionante que es la sabana africana, contarles cómo es el silencio allá donde la naturaleza transcurre a su propio ritmo. Me imagino contándoles cuando estuvimos en Marruecos y descubrimos cómo hacían la Nutella local, un manjar de los dioses. Quiero contarles la vez que madrugamos para ver a los balineses ofrecer su día a la diosa Saraswati, la diosa de la sabiduría, y cómo para honrarla se metían al bravo mar, a fluir como el agua. 
Quiero contarles cómo es el cielo estrellado más bonito que he visto con la isla a oscuras y en completo silencio, cómo fue la sensación de recolectarme con el mundo ancestral. 

Sé que al paso del tiempo ellos tendrán sus propias historias mientras viajamos y después, cuando ellos viajen por sí solos. Pero también sé que puedo contarles que el mundo no tiene fronteras, que las hemos puesto nosotros, pero que su papá y yo nos hemos unido para atravesarlas, para llevarlos a explorar y a crecer, a conocer, que todo lo que hemos vivido y a lo que nos hemos atrevido es porque sabemos que será un legado para ellos, para que sean quienes elijan ser y no quienes "el mundo" quieren que sean. Si algo aprenderán desde chiquitos con su propia vivencia será lo que es la libertad. 

Pero mientras eso ocurre, empezaré a escribir, empezaré a contarles nuestras memorias, la historia de cómo nos volvimos nómadas. 





miércoles, mayo 20, 2020

A la distancia...

Me leo a la distancia. La última vez que escribí aquí fue hace 3 años. He vuelto a esta orilla por una conversación que tenía guardada y que me ha recordado que escribir ha sido una pasión desde antes de que estudiara periodismo.

¿Dónde ha estado mi pasión? ¿Dónde la había dejado? ¿Debajo de qué piedra la escondí? Tal vez la aventé a las vías del tren o la metí en una caja de maquillaje, tal vez la tenía presente con cada libreta que compraba pero me olvidé de crear magia, de pintar con sus colores, de darle nuevos tonos, me olvidé de alimentarla.

Pero aún así se mantiene viva, es como la selva, recibe el agua de la lluvia, los rayos del sol, tira las hojas secas y se regenera. No nos necesita para vivir, necesita que la dejemos seguir su ciclo natural. Tratamos en vano de quitar las hojas, de recogerlas para que todo se vea lindo, para que se "antojable", pero eso es sólo para nosotros. La selva no necesita adornos. Su existencia se siente, todo mundo vibra cuando la mira, cuando pasa por ella, cuando huele y abraza cada pedacito, cada bicho, cada planta, cada flor y cada fruto.

Aquí estoy. No sé si será fácil o difícil, si me acordaré o no de retomar esta pasión, no sé si seguiré llorando como ahora al recordarla o bendeciré mis manos por seguir escribiendo con tanto amor. Sólo sé que aquí estoy. Cuando mires esto, escríbeme. Me encantará leerte.