viernes, junio 26, 2020

Todos somos acompañantes

De alguna u otra manera, todos somos acompañantes. Algunos nos acompañamos para nacer, para dárnosla bienvenida a este mundo. Otros nos acompañamos para morir, para despedirnos de este plano. Otros nos acompañamos de forma intermedia e intermitente, en situaciones importantes, en momentos estratégicos o por periodos definidos. Pero de alguna u otra manera, todos somos eso, acompañantes. 

A veces papá y mamá creen que somos suyos, nos dan un sentido de pertenencia y eso es muy lindo por algunos años, pero después puede convertirse en algo que nos hace sufrir, porque nos forzamos a cumplir con las expectativas que ellos tienen de nosotros. Si eres mamá o papá no olvides que eres acompañante de tu hijo, lo acompañas a incorporarse en esta nueva vida. 

A veces cuando alguien a quien amamos va a morir o está enfermo, sufrimos y lloramos, pero muchas veces no es por el otro sino por la ausencia que va a dejar en nuestras vidas, queremos aferrarnos a que se queden, como si fueran nuestros, pero no lo son. Si estas en un proceso fuerte de perder a alguien, recuerda que eres un acompañante de su vida, pero él o ella no es tuyo. Permítele irse en paz y amor. 

Esto tal vez te sonará raro, fuerte, difícil de creer, tal vez te enoje o tal vez te haga sentido. Pero lo escribo particularmente para aquellos que están en este momento siendo acompañantes para morir. Si estás a su lado, puedes tomar su mano, mirarlo a los ojos y decirle te amo, recibe ese momento con honor, mira ese instante como el momento en el que acompañas al otro a trascender de este mundo material a un mundo ilimitado que no conocemos. Es difícil mirarnos en alguien que está por morir porque nos recuerda nuestra vulnerabilidad como seres humanos, nos recuerda que nuestro cuerpo tiene límites, que neutramente tiene límites, nos recuerda que estamos de paso en esta vida, pero eso no tiene por qué ser motivo de tristeza, sino de amor, amor por todos aquellos que nos acompañan, ya sea 5 minutos o sean muchos años, amor por aquellos que nos sonríen, por los que nos dan mensajes amargos de la vida, por los que nos hacen llorar y sentir nuestra humanidad, por los que nos abrazan y pegan así todos los pedazos rotos de nuestro corazón. 

Quizá sea sólo un momento, quizá sean unos meses o unos años, acompañar a alguien a morir es despedirlo de este mundo terrenal, normalicemos el dejarlos ir con una sonrisa en el rostro por recordar todos los momentos hermosos que vivimos juntos. Y si no tienes momentos tan hermosos, pero esa persona sigue viva, aún tienes la oportunidad de crearlos. 

Normalicemos el mirarnos en esta vida como acompañantes, no somos dueños de nada, somos parte del todo. 

¿Cómo escribir una carta?

Alguna vez en la vida escribimos cartas, lo hacíamos en hojas de papel con lápices o plumas, lo hacíamos para expresar algo que sentíamos. Yo aprendí a escribirlas para los 14 de febrero y las despedidas de ciclos, como primaria, secundaria, prepa. 

Me daba pereza que todos escribieran el nunca cambies, eres super, y cosas así... quizá por eso yo trataba de escribir algo personalizado, algo que me hiciera sentido con la persona a la que le estaba escribiendo. Es duro hacer eso porque hay personas con las que no surge nada y la hoja se mantiene en blanco. Hay otras personas con las que surgen 4 hojas completas para contar... 

Pasamos del papel a los correos, de las cartas de amigos a las cartas de amor, de los correos a los whats app y así hasta nuestros días escribir una carta se ha perdido. ¿Cómo escribir una carta? ¿Hay una técnica que garantiza el éxito? ¿Qué debo escribir en ella? ¿Quieres mejor contratarme para escribirla? 

Una carta es una forma de comunicarnos, una forma de expresar lo que sentimos. En medio para dar y recibir información. Han sido las responsables de muchísimas historias de amor, de parejas que han vivido separadas por un tiempo, de amores tortuosos y ternuras que en algún momento se reunirán de nuevo, han sido la vía más rápida para sacar del pecho algo que no quiere salir con la voz. Las cartas han creado imperios y han destruído países, han sido también partícipes de conspiraciones, testigos de traiciones, recipientes de llantos. 

Escribir una carta nos enfrenta siempre a una hoja en blanco, a las posibilidades infinitas y a veces eso agobia. ¿Por qué? Porque es más fácil seguir una guía, un formato, es más fácil seguir los lineamientos que dicen a imaginar con papalotes y aves. 

Escribir una carta nos conecta con nuestras emociones. Nos conecta con lo que queremos expresarle al otro, con lo que estamos sintiendo. La persona que lee la carta puede sentir el vaivén de nuestras olas emocionales, puede dibujarlas con sus ojos mientras lee. 

Escribir una carta nos hace suspirar, nos hace rascarnos la cabeza, rascarnos la nariz, hace que se nos metan pestañas a los ojos que nos hacen llorar... Escribir una carta es una forma de conectarnos con nosotros y conectarnos con los otros, es tomar el tiempo, la pausa, el momento para mirar adentro, para sacarlo afuera, para compartirnos con pausa y paciencia, sin la prisa por la inmediatez. 

Escribir una carta hace que cerremos los ojos y miremos a la persona a la que se lo dirigimos, que vengan a nuestra mente todas las imágenes que tenemos juntos, reales y ficticias, hace que se aparezcan nuestras ilusiones y nuestras realidades. 

Escribir una carta no tiene que ver con frases y extensión de texto, tampoco con el tamaño de letra ni la forma específica, no importa si es un sólo párrafo o son 15 y tampoco si tiene faltas de ortografía (aunque el maestro Páramo tomaría su pluma roja y corregiría cada una de ellas)... 

Escribir una carta es un arte, el arte de mirar al otro y mirarnos a nosotros mismos, el arte de transformar un evento común en algo significativo para ambos, el arte de la paciencia y la danza de las palabras. 

Escribe una carta conmigo, ¿quieres?






-No puedo hablar, no puedo gritar y pedir auxilio, no puedo mirar hacia donde están ellos, moverme unos milímetros sería un suicidio y decir una sola palabra es firmar mi sentencia de muerte instantánea.

Texto de 2015. 

Desaparición

Y un día así, sin más ni más, se fue. Desapareció su rastro, su número, su saludo, su sonrisa, su mirada penetrante y hasta sus gritos, pareciera que se lo trago la tierra. Me quedó en la mente la idea de que siempre estaría ahí, esas palabras que uno suele repetir cuando está enamorado... pero al final eligió el adiós para siempre.

Con él se fueron el día y la noche, la luz y la oscuridad, la alegría y la tristeza, la incertidumbre... y la certeza fue lo único que se quedó, la certeza de un adiós que no tiene vuelta atrás, la certeza de que una vida nueva está a la puerta, de que en la vida uno puede casi tenerlo todo y aún así no ser feliz si no lo elige, la certeza de que cuando todo acaba también todo comienza.

El dolor y el fracaso no pueden evitarse, pueden sobrellevarse, no hay un sólo día en el que no estés en mis oraciones, pero sé que tendrás la vida que has elegido...

Texto de 2017. 

Boceto con prisa

Y el agua inquieta ahora pretende saber lo que la tranquilidad de la laguna...
Raquel es una mujer medio joven, medio madura, medio mayor. Trabaja todos los días, sin descanso, desde que tenía 18 años y estudió medicina para ayudar a la gente y salvar vidas.
Desde que estaba en la carrera decidió que no se casaría pronto y los hijos los pensó siempre muy lejanos. A sus 25 creía que su vida profesional comenzaba, que tenía la vida por delante y la familia no estaba en sus planes, ni la familia de la que salió ni la que podría formar.
Solía decir que antes de tener hijos debía viajar, correr, saltar, vivir, trabajar y disfrutar la vida.
La crisis de los 25, como algunos le llaman, le llegó un día y se puso a pensar en su soledad que hasta entonces tanto había apreciado, creyó que todo aquello que había construido desde sus años de universidad, se desmoronaba.
Y entonces empezó a imaginar a un hombre que quisiera estar a su lado, que la amara y que ella también lo amara, un hombre al que pudiera darle un beso despacio, delicado después de un mes de no verse, un hombre con el que pudiera platicar todas las noches sobre lo que vivió en el día y disfrutar las noches frías con calor humano, un calor amoroso que la arropara.

Texto de 2017. 

jueves, junio 25, 2020

Precaución: contenido tóxico

Lucía reposa en el pasto, tiene una taza de té de canela, una toalla extendida y mira las nubes... Mamá le dijo que quería hablar con ella, así que se acomodó el mejor lugar para escuchar. Pero mamá no hablaba. 

Ella intentó llamar a mamá y no tomaba la llamada, así que pensó en escribirle: 

-Mamáaaaaaaa.... 
-mamáaaaaaaa, contéstame
- Mamáaaaaaa por qué no me contestas ehh??? 
-Con quién estás hablando? 
-Qué haces que es más importante que yo??? 
-Mamáaaaa.... contestámeeeeeee
-mamá..... 
-Bueno, como no me quieres contestar luego me dices de que querías hablar, sale bye... 

Pensó en ir escribiendo cada una de esas frases, pero cuando la miraba bien se preguntaba ¿qué va a sentir mi mamá al leer esto? ¿por qué quiero hacerla sentir así? 

No escribió ninguna de ellas. Cuando mamá llamó lo primero que dijo fue perdón es que me acaban de llamar para avisarme que mi hermana está enferma... 

Lucía sentía lagrimitas en la garganta, porque aunque no lo dijo, se dio cuenta de que mamá igual empezó con la palabra que ella había visualizado en la respuesta: "perdón", se preguntó por qué mamá tendría que pedir perdón por recibir una llamada... le dijo que hiciera lo que requiriera y hablaban más tarde y sacó sus lagrimitas de la garganta, salieron por sus ojos, porque no nos damos cuenta de todos los años que nos hemos lastimado unas a otras, de los patrones tóxicos que adoptamos para ello, de lo natural que nos es reclamarle al otro que nos atienda sin pensar en lo que el otro está pasando, de lo automático que surge el querer controlar al otro, la vida del otro, las acciones del otro... 

Se acostó en la toalla y miró las nubes mientras le salían las lagrimitas, mientras se abrazaba fuerte, mientras le daba un sorbo a su te de canela y recibía con ello el calor de hogar. 

domingo, junio 21, 2020

Un papá real

Admiro mucho a Rupi Kaur, es una escritora muy joven y que transmite brutalmente la vulnerabilidad humana. La cuarentena me dio la posibilidad de tener un taller de escritura con ella y este texto es el que salió. Lo pongo en ingles, tal cual lo escribí y lo traduzco al español. 


Hoy es día del padre y creo que además de abrazos y agradecimientos, también es válido mostrar el dolor que nos ha dejado la relación con ellos, eso no los hace menos, al contrario muestra la relación de una manera más humana y menos idealizada. Yo amo a mi padre, pero durante muchísimos años lo justifiqué en lugar de aceptarlo y cuando hice este ejercicio no paré de llorar, fue catártico y al mismo tiempo muy hermoso. Va pues. 


Father relationship


We met when I was a child 

I don't think that he was my first looking, 

but maybe was in the first week. 

I just wait to met him. And was beautiful. 

Even when I don't know nothing about the life, neither about him. 

 

And here you are, in my heart, in my tears, in my mind, 

in the pink movie that it supose to be. 

I feel like an inciense that you turn on because you want to smell it, 

but you go, just leave it, without a reason. 

It's painful, but i don't think that is because of you. 

 

My father relationship is not fluently now, 

sometimes have messages without answers 

but I feel him at the distance. 

I feel you even when you don't want it. 

The words are stocked in your mouth, waiting for be pronounced, 

for the moment that you take the risk and be pronounced

I know it because I learn it dad and this is what I do. 

 

But is time to broke this patron, is my time to speak loud, 

to say how much I love you, how much I love, 

is time for me and all your descendents to be look and shared our voice. 

Time to take the risk and to be all that our ancestors can't. 

There's nothing to be ashamed in the love. 

And the world needs to know that is loved, 

even if don't answer, even if aren't perfect, 

just because they are on the way they are.

 

My voice is not more atached at yours. 

You are free to be who you are. 

In free to love and trust, to say it and show it. 

And it feels like freedom, like the butterflies outside the box. 




Mi relación con papá 


Nos conocimos cuando yo era una niña.

No creo que hayas sido mi primer mirada, 

pero tal vez fuiste alguna mirada de la primera semana. 

Quizá sólo esperaba para conocerte. Y fue hermoso. 

Incluso aunque yo no sabía absolutamente nada de la vida y mucho menos de ti. 

 

 Y aquí estás, en mi corazón, en mis lágrimas, en mi mente, 

en la película rosa que se supone que yo debería ser. 

Me siento como un incienso que alguien enciende porque quiere apreciar su aroma, 

pero tú te vas, simplemente me abandonas, sin ninguna razón. 

Es doloroso, pero no creo que sea a causa tuya. 


La relación con mi padre no es fluida ahora, 

a veces tengo mensajes sin respuesta, 

pero lo siento aún en la distancia. 

Te siento incluso cuando no quieres que lo haga. 

Las palabras están atoradas en tu boca, esperando a ser pronunciadas, 

esperando al momento en que tomes el riesgo y ser pronunciadas. 

Lo entiendo porque eso es lo que aprendí papá, y eso es lo que yo hago también.


Pero es tiempo de romper este patrón, es mi tiempo de hablar fuerte, 

de decir lo mucho que te amo, lo mucho que amo,

es mi tiempo y el de todos tus descendientes de ser mirados y compartir nuestra voz. 

Tiempo de tomar el riesgo y de ser todo lo que nuestros ancestros no pudieron ser. 

No hay nada de qué avergonzarse en el amor, 

y el mundo necesita saber que es amado, 

incluso si no hay respuesta, incluso si no es perfecto,

sólo porque son de la manera que son. 


Mi voz no está más atada a la tuya, 

eres libre de ser quien tú eres,

en libertad de amar y confiar, de decirlo y de mostrarlo. 

Y se siente como la libertad, como las mariposas fuera de la caja. 




PD. Yo no tengo ninguna foto sola con mi papá, creo que existe una pero de cuando yo tenía como 5 años, así que les dejo esta recortada, jaja, de uno de los momentos que más disfruto con él, el arrullo del niño en Navidad. 

 

El florero

En la mesa hay un tronco y sobre él una estructura de vidrio que hace las veces de florero o de contenedor de algo. Lo trajeron hace una semana, pero lo único que contiene es aire. Nadie lo mira. Es súper bonito, pero nadie le hace caso. Sólo está ahí, arrumbado, como mal colocado, como si a alguien le hubiera estorbado en otro lugar. 

Pienso que con agua y unas florecitas se vería lindo. Pienso en porqué los dueños del lugar no lo han hecho o las chicas que hacen el aseo. ¿Qué es lo que miran ellos en ese objeto? ¿lo miran? ¿Qué miramos en él todos los que vivimos en este espacio? ¿qué sensación tendría por la mañana al mirarlo con flores? cierro los ojos y lo imagino, me imagino y me vuelvo una posibilidad, la posibilidad de que sea. 

Fui a buscar algunas cosas de comida y la señora tenía florecitas, en Bali es muy común encontrar las flores incluso tiradas en la calle cuando han caído de sus árboles. Pero no encontré ningunas tiradas. Así que le pedí a la señora que me vendiera algunas. Satu? dua? Me pregunta, son los números, uno? dos? pero no me los sé bien, así que en ese momento sólo asiento con la cabeza y le señalo con el dedo qué flores quiero. 

Elijo unas hortensias azules hermosas, son pequeños ramos pero muy abundantes, y también unas frangipani, la flor que da a Bali su olor... Ella decide ponerme unas ylang ylang, "aroma" me dice. Le pago y me voy contenta a casa. Al llegar tomo eso que yo he decidido que sea un florero. Lo lleno de agua un poco y coloco unas frangipani y unas hortensias. Lo acomodo. Lo miro. Las miro. ¿Las mirarán ahora? ¿Alguien notará que existen? ¿alguien se deleitará con sus olores y colores? Elegí ponerlas como un regalo, no sólo un regalo que me doy a mi misma al mirarlas cada amanecer, sino un regalo para todo aquel que se siente en esa mesa, ya sea a comer, a trabajar, a hablar por teléfono... Un regalo... 

Pasan los días, el agua comienza a enturbiarse, quitó las florecitas que ya están muriendo y pongo unas nuevas... Pasan los días, es lunes, día en el que las chicas le dan una buena limpieza a la cocina. Pienso que después de desayunar limpiaré el florero y le pondré flores nuevas... Pero un minuto más tarde una de las chicas que hace el aseo lo toma, le quita el agua y las flores muertas, le pone agua y va por unas flores frescas... Mi corazón salta y sonríe! no sólo ha sido entregado el regalo, ha sido aceptado, y replicado... así cuando yo no esté en este lugar, aún habrá alguien que pone este regalo sobre la mesa, aunque no sea consciente, aunque no sepa porqué, sólo porque mirar ese regalo todos los días removió algo en ella, el deseo de crear un espacio de armonía para todos. 



martes, junio 16, 2020

Querida persona sin COVID

En algún momento de la vida llamarán a tu teléfono, puede que detrás haya una voz agitada, nerviosa, tensa, angustiada... te dirá que tiene COVID, o que alguien a quien amas tiene COVID. Puede que esa persona esté grave o que sólo tenga síntomas graves. 

La primera reacción de tu cuerpo será un hueco en la boca del estómago, una angustia inexplicable, tu mente comenzará a hacer mil conjeturas, vendrán a tu mente todas las cifras que has escuchado en las noticias, una sensación de querer vomitar estará presente en tu garganta mientras tratas de tranquilizarte y pasas saliva... tratarás de respirar, pero las emociones saldrán sin pedir permiso, querrás llorar o llorarás si te lo permites... tus primeros pensamientos pensarán que le quedan pocas horas de vida, o que hay que moverse rápido para que no ocurra algo trágico... tu respiración comenzará a agitarse... Querrás con todas tus fuerzas gritar y te cuestionarás porqué, por qué a ti, por qué a esa persona que amas... 

Dependiendo de las heridas emocionales que tengas tu mente volará por lugares obscuros, tal vez se haga presente la culpa, tal vez el arrepentimiento, tal vez no tengas tiempo para pensar nada, sólo para llorar... No sabrás qué hacer, no sabrás como calmar esa energía que entró en tu cuerpo y en tu vida, ese temblor angustioso que no se calma... preguntarás qué pasó, cómo, por qué... 

Si estás sólo es posible que todo en tu mente se vuelva un caos, en algún momento tu mente tendrá que parar. Más tarde o más rápido, pero tu mente tendrá que aterrizar, tendrá que detenerse... Comenzarás a buscar información en internet, pero las noticias que aparecerán serán las relacionadas con la política, con las tragedias y con las muertes... la mayoría de las noticias cuando pongas en google "qué hacer si tengo COVID?" te repetirán lo que ya has escuchado, cubrebocas, mira tus síntomas, mantente pendiente de la temperatura, aíslate de las personas con las que vives...   pero nada de eso te dejará saber los indicadores que te digan si estás bien o si todo se está yendo al carajo. 

En ese momento nada de lo que hayas escuchado en las mañaneras te hará sentirte tranquilo, nada te servirá para calmar la ansiedad, la tristeza, la angustia... Quizá pase por tu mente un hospital particular, tendrás duda de los hospitales públicos, querrás buscar información, pero nuevamente todo lo que aparezca te hablará de las muertes, de la saturación, de los contagios masivos, de los riesgos...

Respira, por favor respira... oxigena tu mente. Deja tus emociones fluir, deja correr en paralelo estos mundos que están dentro de ti, el físico, el mental y el emocional. Tienen el mismo peso en tu vida, aunque a veces le queramos dar más valor a uno de ellos. Esta pandemia es una invitación a equilibrarlos, a equilibrarte. 

Debes saber depurar la información que vas a encontrar, saber qué es lo que buscas. Mientras más específico seas, más fácil encontrarás las respuestas. El problema es cuando no sabes. Organiza en tu mente tu red de apoyo... quién te puede dar información-orientación médica, quién te puede ayudar a saber a dónde ir o qué hospitales están abiertos, quien puede apoyarte en contenerte emocionalmente... 

Si no sabes cómo funciona la enfermedad en realidad, escríbele a un doctor que conozcas, alguien a quien le tengas confianza... Existen dos valores importantes de saber cuando alguien tiene COVID, la temperatura y el nivel de oxigenación de la sangre (el aparato que lo mide se llama oxímetro y el nivel debes tenerlo en más de 90)... Cualquier persona que pase en su casa esta enfermedad debería tener claro cómo se van moviendo estos valores en su día... 

Si pierdes el sentido del olfato y el gusto, es seguro que tienes COVID. Si eres una persona con hábitos sanos tu cuerpo no tendrá tantas complicaciones, pero si tienes algún otro padecimiento, particularmente si fumas o tus pulmones están comprometidos por alguna otra enfermedad, entonces es posible que presentes neumonía. Entonces con más razón mide tus valores de temperatura y oxigenación de la sangre y mantente con la asesoría de un médico. Debes tomar un antibiótico que el médico te receta y si tus pulmones están muy dañados y no pueden hacer el trabajo de respiración, entonces requerirán entubarte y conectarte un respirador artificial, esos que todo mundo (literalmente) se está peleando. 

Seguramente después de esto tendrás que tomar decisiones, otras acciones, la incertidumbre estará presente a cada instante porque ante esos momentos sólo queda la fe y estar bien emocionalmente contigo, todo lo demás puede fallar o no funcionar incluso estando en el mejor hospital del mundo. 

Si lees esto y requieres apoyo emocional, escríbeme. Sé que este proceso no será sencillo, pero sé que quiere invitarte a mirar aquello que en el sistema familiar ya no está funcionando para la nueva era. Así que miremos, yo te contengo. 

Espero que este viaje tuyo y de tus seres amados los lleve a buen puerto. Este momento es suyo. Sigamos echando raíces aún desde el cielo. 





jueves, junio 11, 2020

Vivir cada momento como una experiencia

Los lugares suelen tener la esencia de las personas que lo crean, que lo viven, que lo habitan. Y nosotros estamos ahora en un lugar de ingleses, para ellos la expresión Happy Days simboliza los días agradables y de prosperidad, esos días en los que se dan las buenas noticias. 

No creo que sea casualidad haber llegado a este lugar en este punto de la pandemia. Curiosamente es un lugar muy lindo, con muchos muebles lindos, muy tipo hostal pero deluxe... con la excepción de que el servicio no es taaaaan bueno y algunas cosas sólo están colocadas en lugares random porque ya no están en muy buen estado o se estropearon. 

Y en este punto de la historia entra mi madre aunque esté a kilómetros de distancia. Ella es maestra y cada año le tocaba diferente salón. Es fanática de decorar sus salones, cada mes, con algo significativo del mes, así que en casa siempre había desfile de marichitos de fieltro, dibujos de los niños héroes, corazones para el día del amor, letreros de felicidades mamá para mayo, globos dibujados para el día del niño... Para mí era una locura poner y quitar, poner a principio de mes y quitar después para cambiarlos... Muchas, muchísimas veces estuve tentada a tirarle un par porque ya se veían super gastados, pero ella fascinada pedía otro y otro y otro dibujo, llevaba más y más monitos. Aprendí con ella, con esas experiencias, a habitar el lugar donde estoy, a tocar cada espacio y embellecerlo... pero seguía siendo un fastidio, no crean que no. Mi mente pensaba muchas veces tipo para qué enciendo las luces si después las voy a tener que apagar, para que pongo unas flores si después se van a marchitar y las voy a tener que quitar... quería ahorrarme el mayor número de movimientos posibles, aunque eso significara perderme de la experiencia del momento. 

Pero el último mes y medio de nuestra cuarentena estuvimos con André, un hombre de casi 60 (ya viene su cumple!!!), holandés, con una historia de vida sublimemente humana, con un toc controlador y del estilo y del que aprendí a vivir cada momento como una experiencia. Por la mañana se iba a disfrutar de la alberca desnudo, con él mismo, un buen rato... se tomaba un café... tenía un lugar exterior para sentarse y unos cojines, cuando llovía había que meter todo, cuando dejaba de llover había que volver a acomodar el lugar. No importa que pocas veces disfrutáramos de ese lugar, ese lugar estaba siempre disponible, como invitándonos, abierto a nosotros todo el tiempo. 

En nuestro cuarto había un deck hermoso, y era un poco la misma  cosa, si llueve quita los cojines, si sale el sol acomódalos... Al principio debo decir que lo odié, jajaja, era como ya mejor no los ponemos (me estoy carcajeando mientras escribo esto, jajaja) pero después veía André y miraba cómo habitaba cada momento, cada experiencia, cada lugar... 

Y entonces mientras hemos estado en este hermoso lugar con muchos muebles lindos puestos más para almacenarlos que para decorar, he querido habitar el lugar, no sólo nuestro cuarto, sino también la cocina, la sala, el comedor... Aunque casi no lo usemos... Ayer acomodé los sillones, una lámpara, unas sillas preciosas y un mueble que parece una barca... hoy he cambiado el agua de un florero de cristal que reposa sobre un tronco y le he puesto flores... antier depuré los sartenes y ollas, acomodé lo que si sirve y se utiliza y lo que no lo puse en un compartimento aparte (porque pos yo no puedo tirar nada, verdad ja) y quizá nadie se ha dado cuenta, quizá a nadie le importa, pero a mí me hace habitar el lugar, vivir la experiencia de cada momento, aunque no lo use siempre, aunque me siente sólo un par de veces. Lo hago y lo disfruto, como hago ahora mientras escribo. Espero que ustedes puedan disfrutarlo igual :)






¿Qué tiene de especial la papaya?

Aprendí de mi papá la mayoría de las cosas prácticas, incluso de cocina. Lo aprendí porque lo vi, él nunca me dijo nada, digamos que no fue un papá que hablara mucho con nosotros y eso también lo aprendí, a no hablar mucho. 

Recuerdo cuando lo veía en la cocina haciendo un arriero, unos chiles rellenos, pelando una papaya... hoy lo recordé particularmente por eso, había comprado una papaya y estaba empezando a hacerse fea, así que tomé el cuchillo y empecé a quitarle la cáscara como alguna vez vi que lo hacía mi papá. 

Hace algunas semanas también teníamos papaya pero esa vez simplemente empecé en automático y la partí, después fue un rollo quitarle la cáscara jaja, creo que había olvidado lo que había visto de mi padre. 

Por muchos años me ha chocado la papaya, me gusta si le pongo un poco de azúcar o limón y sal, pero hoy me puse a pensar en esto... 

Digamos que un día mi papáme enseñó a pelar papaya, yo aprendí, pero como no me dijo nada me enojé, no me sentí especial, ni cuidada ni importante para él. Así que por muchos años evité siquiera comer papaya. Cuando alguna vez intenté pelarla lo hice a mi manera para mostrarle que podía hacerlo mejor, enojada, arrogante tal vez. Y volví a dejar de mirarla, de comerla, de saborearla. Pensaba que su forma de pelar papaya no me servía a mí, pero cada vez que pelaba una papaya estaba más preocupada por hacerlo perfecto y que me saliera bien que por estar presente en el momento, yo sólo quería encontrar la manera de decirle que había otra forma de pelar la papaya y que él me reconociera. Hasta que un día tuvimos en la casa donde estábamos un excedente de papaya porque la cosechábamos en casa, la partí me salió un desastre pero lo disfruté y me di cuenta que podía equivocarme y hacer un desastre y después transformarlo en helado de papaya... lo hice y quedó delicioso. 

Cuando lo probamos en casa me dijeron "un toque de canela y de jengibre e darían un sabor genial" y a la siguiente vez mejoré en mi partición de papaya pero sobre todo esperaba el momento de experimentar y agregarle cosas, nuevos sabores, nuevos elementos a algo que pudiéramos disfrutar los que vivíamos ahí. Hoy tomé la papaya y la pelé como aprendí de ti, papá, elegí hacerlo de esa manera y recordarte mientras lo hacía, elegí entenderte y tomar el aprendizaje que tú pudiste darme. Aún no sé cómo la comeremos, pero surgirá alguna nueva idea. Fue bonito dejar de pelearme contigo y al mismo tiempo usar mi poder de elección. Creo que es porque siento que ya no soy una niña y comienzo a hacerme cargo de mi vida. Son palabras cliché que había entendido conscientemente muchas veces, pero que no había sentido, no había dejado asentarse. 

Así que con todo esto sólo quiero decir gracias por cada lección que me diste aunque no me dijeras nada.  Tal vez tome la herramienta, tal vez la transforme en algo nuevo y diferente, tal vez sólo la tome para decorar mi mundo o tal vez le dé un uso distinto. Cualquier cosa que haga con ella sólo puede significar que te amo, aunque a veces puede ser difícil de entender por nuestra diferencia generacional, sólo guarda en tu corazón estas palabras, te amo y te agradezco ser mi papá, te amo y te agradezco todo lo que me has enseñado, te amo y dejo de pelearme contigo, para volver a ser parte de ti. Porque yo soy tú y tú eres yo, en diferentes aspectos, en diferentes formas, en diferentes generaciones y dimensiones, peor al final, somos lo mismo, dos seres de luz en un cuerpo humano tratando de experimentar la vida de la mejor manera. 

Ahora, curiosamente, veo los árboles de papaya por todos lados, es muy lindo mirar crecer de los árboles aquello que después nos nutrirá. Ahora puedo contemplar los árboles de papaya y con ello disfrutar de la vida. 




miércoles, junio 10, 2020

100 veces


Hay un espejo frente a mí, pero no es necesario. Tomo el cepillo, cierro mis ojos y empiezo a contar... 

1, 2, 3, 4, 5... las abuelas decían que había que cepillar el cabello 100 veces y hace muchísimo que no lo hacía, quizá no lo había hecho nunca yo, porque cuando era pequeña y mi abuela me peinaba, ella lo hacía. A mí me ganó la prisa, la vida, el ajetreo, el corre para acá, el ahora tienes que hacer esto... me olvide de contar...

12, 13, 14, 15, 16... Miro sus manos sujetándome la cola de caballo, cepillando una y otra vez, poniéndome limón para que no se me salgan los pelillos nuevos, yo sentada escuchándola... "la punta el pie, la rodilla, la pantorrilla y el peroné, te juro Juana que tengo ganas de verte la punta el pie..."

23, 24, 25, 26, 27... Suspiro, recuerdo ese momento por la mañana en el que desperté con tu llamada mientras peinaba a mi hermanita, la cepillaba una y otra vez, ella con los ojos entrecerrados sólo quería seguir durmiendo y al fondo sólo escuchaba las olas del mar... 

34, 35, 36, 37, 38... Mi abuelita dormía, ella que siempre estaba del tango al tango comenzaba a irse poco a poquito, ya no podía caminar, se veía más flaquita y se estaba desapareciendo también su alegría, en algún momento dejó de sonreír y sólo se volteaba al otro lado de la cama... Ese día me bajó por primera vez y no sabía si decirle, si contarle, no sabía si ella me guiaría en ese momento. Cuando salí del baño, un tanto en pánico y otro tanto sin saber qué hacer sólo vi su cuerpo recostado. Le conté a Paty, la chica que nos ayudaba, ella me dio una toalla... 

45, 46, 47, 48, 49... Recuerdo tus labios sobre mis labios, una sensación nueva, algo que nunca antes había sentido, fue algo tan suave, tan sutil...éramos dos niños queriendo jugar a ser jóvenes, queriendo interpretar los papeles de los que nos habían hablado alguna vez, una obra de teatro por la que nos apasionábamos desde el fondo de nuestro ser... 

56, 57, 58, 59, 60... Lo primero que me pude comprar con mi salario fue una cámara de video, la saqué a meses, con ella empecé a sacar fotografías de mí misma, muy boudoir, explorando esa breve línea del erotismo, después conocí la literatura de Alberto Ruy y el erotismo me comió los ojos, la mente, las ansias, las entrañas... Y eso buscaba grabar también con mi cámara, las entrañas de quienes éramos, de mi familia, de la vida, los peluqueros, mi abuelo... Los recuerdos aún existen... 

67, 68, 69, 70, 71... A veces me sentaba en algunos lugares sólo a mirar, sólo a observar y a imaginar las historias que había en la mente de quienes pasaban por ahí, trataba de adivinar según sus rostros las emociones y pensamientos que los construían, que los consumían... Observar y registrar sigue siendo un vaivén muy fresco en mi vida...

78, 79, 90, 91, 92... Mis manos acariciaban tu alma, era un masaje a tu cuerpo, pero en realidad era mi forma de re acomodar toda la energía contenida en ti, mi manera de sanar tus lesiones, tus bloqueos, mi manera de darte amor y ternura, ternura... esa palabra que no existía como parte de mí pero un día la dibujaste en el aire y me la comí, ahora la llevo por toda la sangre...

89, 90, 91, 92, 93... Ese día, cuando miré esperándome al final del camino, se me salían las lágrimas, me mirabas mientras avanzaba hacia ti junto con mis padres y de pronto todo se detuvo, el tiempo, el aire, el instante, nos miramos y las lágrimas se salían solas, nuestros padres decían algo, nosotros asentíamos con la cabeza, el cuerpo oía pero nuestras almas se abrazaban tan fuerte como si pudieran trascender todas las dimensiones, como si al fin se hubieran encontrado después de muchísimo andar... Por dentro el corazón explotaba de alegría. Esa sensación tengo cada mañana que amanezco junto a ti. Mi corazón estalla una y otra vez con tu abrazo. 

100... Estoy de pie con los ojos cerrados, los brazos estirados, en medio de la selva, rodeada por palmeras enormes, de un lado el mar, del otro la montaña... Respiro y mis oídos están atentos a lo que hay alrededor, a lo lejos el kikiriki, a lo cerca alcanzo a escuchar a la vaca comer, arriba las chicharras hacen el amor y resuenan fuertemente, un pequeño riachuelo se atraviesa en los sonidos y al volver a respirar el viento me acaricia, me abraza, me besa, mi cabello vuela hacia atrás, mi falda se levanta y la alegría se da gusto, y así siento como si toda mi vida me hubiera estado conduciendo a este preciso momento... 

Las abuelas decían que había que cepillarse el cabello 100 veces, quizá porque al hacerlo recordamos la vida misma, quizá porque así recordamos las lecciones que tuvimos o los momentos que nos marcaron, quizá porque al recordar podemos repasar las lecciones que no recibimos o no quisimos recibir. Tal vez sólo responde a que eso incentiva el crecimiento del cabello o tal vez porque así masajeamos el cuero cabelludo. No importa por qué lo decían, importa porqué volvemos a hacerlo, qué crea en nosotros, qué experiencia vivimos cada vez que de manera consciente nos cepillamos el cabello 100 veces. 



Carta a mi tío desaparecido

Hace un mes que nadie sabe de ti. Dejaste las llaves y el celular sobre la cama, y la casa vacía. Paso saliva mientras me cuentan y en mi mente aparecen imágenes de ti, de tu vida, de los momenticos de vida que hemos compartido juntos. 

Tú y yo no hemos tenido una relación familiar muy fuerte, por alguna razón te he puesto la etiqueta del incomprendido de la familia, el rebelde, el que no tiene solución, el que así es. ¿Así cómo? me pregunto. Así, huraño, alejado, a veces con cara tristona, a veces de mal humor, enojado, brusco, seco, tajante... 

Hoy me pregunto de dónde salieron todas esas características, de dónde las aprendiste, cómo crecieron y anidaron en ti. En parte, creo que lo sé, tú no estás dentro de la estructura. Hoy yo tampoco lo estoy. Entiendo que de alguna manera has elegido revelarte a todo lo normal, lo cotidiano, lo que decían que se "debía" hacer. ¿Reglas? ¿normas? 

Pienso, y quizá es una sensación que muchos han tenido, en lo fuerte que es que siempre te digan que estás mal, que está mal la forma en que hablas, en que sientes, la forma en la que te conduces por la vida. Pienso en lo valiente que has sido para mantener tu esencia en medio de una corriente que nos arrastra a ser todos iguales, a matarnos en un trabajo que no nos gusta, a ganar dinero sólo por ganar dinero, como si eso fuera la felicidad aunque sabemos claramente que no lo es. 

Pienso y me pregunto ¿dónde estás? Alguna vez ya te habías ido y supimos hasta mucho tiempo después que habías cruzado la frontera y habías llegado con la familia por allá. Te fuiste sólo, sin decir nada, sin pedir ayuda, sin avisar. Así, como eres tú. Pienso en tu viaje, en tu trayecto, pienso en la manera en la que te ganabas la vida día a día, pienso en la sensación del despertar y al dormir, pienso en el viaje del héroe, ese que hacemos cada vez que decidimos irnos física, mental o emocionalmente, ese viaje en el que sorteamos adversidades, en el que aprendemos a través del dolor de la vida, en el que nos damos cuenta que algo de nosotros debe morir para que otra parte nazca. 

El mundo debería estar más lleno de locos como tú y como yo. Deberíamos ser miles sin temor a ser incomprendidos, miles sin temor a ser rechazados, miles sin temor a perderlo todo menos nuestra esencia.

Hoy no sé dónde estás, no lo sabemos. Mi abuela tiene su corazón triste. Mi tío Víctor te busca por todas las redes sociales. En la familia todos están haciendo algo para encontrarte, algunos online y otros offline, algunos con gritos y otros con oraciones. ¿Y yo? 

Yo te escribo estas líneas recordándote. Desde que me enteré enciendo una vela y un incienso durante el día pidiendo que iluminen tu camino, enviándote luz y amor y reflexionando sobre esta breve relación que hemos llevado en esta vida. Pido por que este viaje en el que estás, voluntario u obligado, te traiga de vuelta a casa, que te haga crecer y te aporte entendimiento, que traiga luz a tu vida y la compartamos juntos. 

Te esperamos tío Pechu. 
Atte. Tu sobrina Karla 

PD. Si alguien lo ha visto o sabe de él por favor comuníquese al +521 81 1212 6119

viernes, junio 05, 2020

Querida yo

Me encontré con un texto que escribiste hace 6 años, Recuento de luces, colores y lágrimas, lo escribiste antes de tu cumpleaños. Me gustó mucho recordar contigo lo que habíamos vivido hasta ese momento, lo que heredamos de nuestra familia, abuelos, padres, hermanos... 


Han pasado tantas cosas desde entonces... nos hemos enamorado tantas veces... quizá la parte más hermosa ha sido esa, el haber transformado nuestro concepto de amor, el darnos cuenta de que la vida no era como nos la habían contado en casa, ni en los libros, ni en las canciones, ni en las películas de Disney. 

Amo una cosa de nosotras y es que creemos, si alguien nos dice algo lo creemos, hemos dejado de buscarle 6 pies al gato, hemos dejado de inventarnos historias tétricas en la cabeza y hemos aprendido a disfrutar cada momento.  

Estos 6 años fueron de desaprender y de experimentar por nosotras mismas la vida, nos olvidamos de todo eso que nos dijeron que debía ser de una manera y decidimos mirar cómo era la vida en realidad. 

Encontramos un cómplice de vida, de viajes, de amor...Nos casamos, dejamos de vivir en la ciudad (sí, por sorprendente que suene) y ahora estamos viajando alrededor del mundo. 

Han sido años que han puesto a prueba nuestro amor propio, nuestro propósito de vida, han sido años que han cuestionado y redefinido nuestras creencias, a veces hemos transformado una relación entera, a veces hemos viajado a otros universos paralelos, y en últimas fechas hemos conectado mucho y muy profundamente con la vida antes de que construyéramos la vida que conocemos hoy como humanos. 

Hoy siento que no puedo decirte quién eres, puedo decirte lo que has experimentado y vivido, pero no puedo definir en aspectos, en características quién eres... Te has desdibujado, te has fusionado con el viento que hace bailar a los árboles, con el pajarillo que se posa en el barandal y canta, con el agua y su oleaje rítmico, con la hormiga que camina y camina sin contar cuántos pasos da, con la tierra que da y recibe... hoy no puedo decirte que tienes el mundo en tus manos, pero puedo decirte que cuando te expandes te conviertes en el mundo entero... hoy no puedo decirte que eres una mujer plena, pero puedo decirte que ERES... 

Gracias por haber dejado de ser princesa, gracias por haber vuelto a ese momento con papá, gracias por no arrepentirte de nada, por mirarlo todo desde el amor, gracias por compartir, por salir de la zona de confort constantemente, gracias por ser auténtica, por elegir aquello que te da felicidad antes que aquello que te da aprobación... 

Nos faltan muchísimas cosas por compartir, por crear, por disfrutar, por aprender, hoy estamos en Bali y eso nos ha reconectado con la naturaleza de una manera brutal, queremos aprender a no crear tanta basura, tratamos de reutilizar lo que se puede como frascos o envolturas de plástico que sólo se usan una vez; estamos creando una especie de supermercado virtual en el que la gente toma alimentos mentales, emocionales y espirituales; también estamos creando un espacio en el que nos desnudamos emocionalmente; estamos escribiendo un libro de bienvenida a la Tierra y un gimnasio para ejercitar emociones. 

Dejamos de perseguir objetivos y comenzamos a disfrutar cada momento al recorrer el camino. Hoy creo que de eso se trata la vida. Mañana no sé, pero hoy te sonrío mientras escribes el Recuento de luces, colores y lágrimas.



jueves, junio 04, 2020

El Lugar

Este lugar existía aún cuando no había nadie que lo habitara. Sus muros, su cafetería, su alberca, sus salas de juntas, todo existía aún cuando no hubiera nadie para ocuparlo. 

Se habían ido las sonrisas al pedir un café o la incertidumbre de no saber qué comer, se habían ido las tensiones que se relajaban en la alberca o la temperatura que muchos trataban de refrescar, se habían ido los saludos, las videollamadas, los dedos rápidos, las plumas diseñadoras, los teclados externos, las mochilas y las computadoras llenas de stickers. 

Todo se fue pero el espacio existía. Quizá la naturaleza del lugar sintió un respiro, quizá vio la oportunidad de retomar su lugar. Los detalles que el humano ponía se marchitaron, los eventos se cancelaron, el silencio se hizo presente más que nunca aunque era interrumpido por los pajarillos. Imagino el silencio y los Bali Street Dogs tratando de encontrar a alguien dentro, durmiendo aquí, en el lugar que antes fuera un exclusivo coworking donde personas de todo el mundo se daban cita para trabajar juntos pero no revueltos. 

Imaginarlo me hace pensar en cómo será cuando nos extingamos, cuando surja una nueva especie de ser humano y encuentre nuestras ruinas. ¿Qué encontrará? ¿Qué mirará? ¿De qué se dará cuenta al mirarlo que construimos? ¿Qué construimos? 

Una pelusa de algún lugar vuela sobre la alberca, un perro ladra y en el fondo una imagen de Buda permanece inerte. El árbol de frangipani, en el que los pajaritos se resguardaban, está poco abundante, apenas unas cuantas flores alcanzan a asomar. 

¿Qué construimos? me vuelvo a preguntar mientras el viento baila con los árboles y resopla entre las enredaderas. Quizá no teníamos que construir nada pero hemos construido de todo, lo que necesitábamos y lo que no. Quizá ahora es momento de mirar lo que ya no hace falta construir, lo que ya no hace falta producir, quizá podemos volver a la naturaleza, a construir en medio de la selva, con palos y tierra, a comer de nuestros propios huertos, a escuchar las aves y a mirar el cielo. O quizá eso nos parece demasiado aburrido y sólo queremos, como especie humana, dejar huella. ¿Quién puede saber a dónde vamos como humanidad? ¿a dónde voy yo con mi vida?