miércoles, mayo 20, 2009

Cuando Guadalupe escuchó Cielo Rojo y vio cómo lloraba Rocío por la partida de Daniel se dio cuenta que hacía mucho ella no sentía un amor así. Si ella cantaba esa o cualquier otra canción de desamor era como si estuviera lavando la ropa o cocinando, no pensaba en nadie porque recientemente nadie la había desilusionado, nadie la había hecho sufrir y ella tenía el control de sus emociones, como lo quería.
Caminaba por la calle y vio a una pareja deshacerse en abrazos y besos, otros peleando y unos más entrando a un hotel, cada vez que esas imágenes pasaban frente a sus ojos volteaba a mirarse sola. Pensaba que estaba mejor por una parte, pero también creía necesario volver a amar como al principio, volver a sentir que la vida se te va con alguien o mirar la luna y escribirle a él que esa luna debe verlos juntos.
En qué momento ocurrió? se preguntaba Lupita mientras caminaba bajo la lluvia, como solía hacerlo cuando adolescente, pero no pudo encontrar una respuesta, no supo si fue cuando comenzó a trabajar, cuando terminó con su último novio o cuando sentó las bases para salir con su amigo y le dijo claramente que ella no buscaba un novio.
Un novio? para qué?, pensaba, para que me llame por las noches y en las mañanas y me pregunte dónde estoy y que haré en el día? para qué? no le encontraba sentido a la estabilidad de un noviazgo.
Quizá la falta de desilusiones lleva a las personas a dejar de sentir importancia por esas cosas, detalles pequeños pero que cuando uno esta realmente enamorado parecen grandes obsequios.
Lupita era feliz, finalmente ya no tenía desamores, lo único malo es que tampoco pudo volver a enamorarse...

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