martes, julio 14, 2009

Susana no sabía porque la imagen de Jorge no podía desaparecer de su mente. Las cosas habían quedado muy claras sin una sola palabra, ella estaba en el proceso en el que la mujer intenta que la relación, la situación le sea indiferente, pero de pronto, por alguna extraña razón, volvía a su mente.
Dijo que la culpa la tenía su viejo celular, del que quiso sacar un teléfono y se encontró con sus mensajes, con sus besos de lejos, con aquel mensaje que decía que era un pendejo por haberla dejado ir, aquel que decía que era imposible dejar de quererla, cuando le preguntó si tenía visa, cuando le dijo que era la encarnación del deseo. Todas mentiras escritas por un mentiroso, por un niño de primaria que no sabía enfrentar las cosas, por un hombre que prefería evadir sus problemas, por un amante confundido, por un ser humano capaz de herir y vulnerable a ser herido.
Después de leer esos mensajes, sin embargo, Susana quiso llamarle, pero también encontró ese mensaje que preguntaba en forma de reclamo porque escribía a deshoras y porqué preguntaba lo que había hecho.
Le dolía tanto no poder llamarle ni escribirle que decidió hacer un pacto consigo misma, se dijo que no volvería ni siquiera a pensarlo si no lo hacía él primero, se sentía como ignorada y no quería volver a sentirse así.
Se acordó de aquella canción que decía "Toma mi dirección, cuando te hartes de amores baratos, de un rato, me llamas" y prometió también no reir cuando pensara en él, no sonreir al verlo de lejos y no mover ni siquiera los labios cuando lo viera volver, porque todos los gatos vuelven y él también volvería...

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