sábado, septiembre 04, 2010

La marimba

Una mujerde cincuenta y tantos esboza una linda sonrisa mientras esta entre los brazos de un chico de veintitantos, qué más puede pedir si de fondo tienen un rico danzon y su cuerpo sigue el ritmo del baile de aquel muchacho.
En Tuxtla Gutiérrez,según dice la gente, todos los dias hay entre tres y cuatro horas de musica con marimba en el parque que lleva por nombre el del instrumento sonoro.
Las parejas se acercan al centro y comienzan a sacarle brillo al piso frente a la multitud que sólo ve y disfruta del espectáculo: la música y el baile.
Un señor baila con su mujer, entre ellos hay un contacto visual envidiable, se miran por momentos, coquetean al verse mientras ella da una vuelta, se entienden en un lenguaje invisible acompañado de unas manos que transmiten amor, se dicen palabras cuando sus ojos se juntan a distancia.
Él tiene las mano en su cintura, con ella sigue el ritmo de las caderas de su esposa, a veces las dirige, la cadencia los eleva sin que se den cuenta a otro mundo donde sólo están ellos dos y sienten cada movimiento, cada paso, cada roce.
Aquella mujer, con el instructor, viste de azul con blanco, un traje típico, tacones altos y peinado tradicional. Un paso, otro, ella se mueve como si tuviera 20 años menos, con la espalda erguida, los brazos en alto, mira al joven como embelesada, ero él no la mira, ni siquiera por equivocación, su mira se esparce entre la gente, como si esperara ver a alguien o si buscara mejor compañía.
En un baile tan sabroso, como casi en cualquier baile, y en el que el juego de miradas se vuelve indispensable, necesario, deseable, lo mismo que el roce, el coqueteo, el no tenerlo casi podría entenderse como rechazo, algo horrible para una mujer

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