sábado, enero 22, 2011

Y pasó, Samantha vio a Francisco mientras cenaban, él comía enchiladas suizas y la miraba mientras le contaba algo sobre unas cuentas referentes al patrimonio de la empresa para la que trabajaba. Ella lo miró fijamente, notó sus labios delgados, sus ojos aclarados por la luz, sus ojeras también, parecía un búho.
Sintió de pronto unas ganas inmensas de acariciar su rostro, de acercarse a su boca, de mirar a sus ojos justo frente a él y expresar con ellos el infortunio que sentía al seguir escuchando sobre la empresa y no poder decirle cuánto la inquietaba.
Él habló, mostró su enojo, movía las manos y se apasionaba al hablar, quizá por eso ella no le interrumpió. Terminaron con el café y un flan, tomaron sus cosas y se fueron.
Subieron al coche, cada quien con sus propias ideas pero los dos con la lengua atada, uno no quería hablar del trabajo, el otro no quería escuchar más de ello, pero ninguno lo decía, quizá porque era apenas una segunda cita y porque lo que la motivó fue justamente el trabajo.
Llegaron a casa de ella, él se bajó, le abrió la puerta a ella, le dio un beso en la mejilla y se fue. Apenas había avanzado unos metros cuando se preguntó porqué habían hablado toda la noche sobre el trabajo, una pérdida de tiempo, según él.
El mensaje había llegado a ella que tenía la misma interrogante en la mente. En sus sueños se encontraron y ella se quedó atónita, los miraba, le hablaba de ella, hasta que la señal se cortó y tuvieron que despertar.
De pronto, amaneció pensando en él, le envió un mensaje y él preguntó
-Y qué pensabas al despertar?
Ella, todo amor y emoción, respondió
-Pensaba en tus labios que me encantan y en el ritmo de tus manos
El día pasó, y la noche y los siguientes días y las siguientes noches, ella no dejaba de pensarlo y él tampoco podía borrarla de su mente.
Luego de sincerarse y de hablar de todo, absolutamente de todo, la charla se desvió para hablar de la conquista de la Nueva España, la historia iba bien hasta que ella no supo que responder a una pregunta expresa de él.
-La diferencia es que los conquistadores llegan, toman y se van, los colonizadores llegan para quedarse, yo soy un colonizador.
Siglos después el eterno dilema de qué hubiera pasado si los españoles no hubieran llegado a América, y pensar que la charla salió por na imagen de Colón que estaba sobre Paseo de la Reforma.

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