jueves, febrero 19, 2009

Con alcohol, tabaco y desilusión en los labios René besó a Irene. Ella sabía que no debía haberlo permitido pero no supo decir no y después vino lo que se temía.
-La verdad es que no he dejado de pensar en ti- advirtió René
-No hagas eso, es malo- replicó Irene
-Por qué es malo?
-Porque yo soy como el agua
-Cómo? corroes
-No, en el último instante me escurro...
Y acto seguido Irene desapareció en un taxi, él la miraba sonriente después de haberle insistido en que la llevaba a casa. Ella se apresuró a irse, después de haber rechazado más de 10 veces el aventón y de haberle explicado que ir en el coche no es pasar tiempo juntos.
Lo cierto es que sus rumbos eran distintos, no sólo la ruta a casa, también el camino de sus vidas, por eso ella lo dejó ahí, con una sonrisa, porque el agua siempre hace felices a las personas, pero nunca puede quedarse con ellas.

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