martes, octubre 11, 2011

La prisión

Marina intentaba romper los barrotes de la reja que la encerraban, probó con el cerrojo pero en vano se desgarró las manos sin lograr abrirla por completo.
Ahora intentaba con los dientes, cansada, sin muchas fuerzas, sintiendo el dolor que no disfrutándolo, haciendo su mayor esfuerzo por salir, por liberarse de la prisión que la encerraba, esa en la que habia vivido con cierto espacio que ella creía libertad y que en realida nunca había dejado de ser prisión...
El dolor era tan intenso que a veces lloraba, otras medio gemía y sin que nadie se diera cuenta se desmayaba... Despertaba sólo para intentar salir, extender sus alas y sentir el aire que le recorría...
Según su oráculo ella había nacido para volar libre entre el bosque, la selva, el desierto, el mar... Ella era lo que muchos consideraban parte de la naturaleza, como las nubes o el aire, podia estar donde quisiera, cuando quisiera, al menos eso creía haata que se dio cuenta de que su libertad no era más que una prisión, muy bella, casi invisible, poco perceptible, pero una prisión envuelta en 40 mil prisiones más.
Entre una y otra, barrotes de oro o de acero, de vil fierra viejo o de delgados hilos, Marina sabía que lo único que podía ser libre era su espíritu, ese que la llevaba a volar de un lado a otro sin moverse, ese espíritu que la hacía sonreir y brillar y sentir con la intensidad que muchos otros no tenían.
Casi destrozada de intentar romper las rejas que la envolvían, se dio cuenta de que la peor de las prisiones estaba en los invisibles hilos que la hacían sentir que no podía, esos que movían las fibras que le impedían tener lo que merecía, su prisión era no aceptarse a ella misma... se abrió el pecho en un ataque de locura y entonces sintió intensamente la libertad de su vida...

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