jueves, abril 13, 2023

Mis herencias

 Mis herencias no son monetarias, mis abuelos no me han dejado terrenos ni tesoros, no hay ahorros ni seguros por cobrar, a veces me han heredado en vida pero yo no había sabido recibirlo. 

Mis herencias no son objetos significativos de nadie, no hay prendas ni objetos decorativos, tampoco fotos ni joyas, mis herencias me han sido entregadas incluso sin yo saberlo. Muchas de ellas no necesitaban que yo accediera a recibirlas y tampoco han necesitado que yo las reclame, sólo ha sido necesario que las recuerde. 

Mis herencias son miradas, como si fueran lentes de generaciones anteriores; son emociones liberadas y contenidas; son palabras dulces y amargas; mis herencias no pueden verse pero aparecen de pronto ante mi ojo, ese que todo lo ve y lo comprende desde un mundo completamente distinto. Ahí se discriminan mis herencias, ahí es donde se filtran las ideas, las creencias, las emociones, las palabras; ahí es donde se transforman y se alquimizan las herencias de mi linaje, conocidos y desconocidos por igual. 

Y ahí donde miro a mi abuela paterna, miro mi herencia, miro la fuerza con la que se mantiene firme ante la vida y ante la muerte; miro su alegría a través de sus ojos y de su sonrisa; miro su ternura cuando nos toma por la carita o nos dice "gracias"; la miro dormir plácidamente y la recuerdo subiendo y bajando del monte, explorando y recogiendo pies de plantas. 

¿No tiene miedo? me pregunto. La última vez que estuve con ella y sentí miedo se la pasó orando y agradeciendo, débilmente pero con una fe inquebrantable. Me parecía como si hubiera mirado a la muerte de frente con esa elegancia y porte con el que se convirtió en Reina de la Primavera de Adultos Mayores. 

"pos esta..." imagino que le dijo al final de cualquier frase que la disuadió de llevársela, "pos esta..."

Cada instante con ella es parte de mi herencia, cada mirada de amor, cada momento en que puedo apoyarla y sostenerla es parte de mi herencia. Durante su vida nada la detuvo, ni siquiera el hecho de que mi abuelito usara muletas, ella iba y venía, caminaba sin cansarse, se buscaba qué hacer no por ganar dinero, sino porque tenía la certeza de que así debía hacerlo. 


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