martes, septiembre 26, 2017

Vulnerables

Fabiola piensa que el momento en el que más vivos estamos es el que más nos acerca a la muerte. Lo piensa mientras toma un sorbo de café, justo antes de que frente a sus ojos se desplome un edificio y el piso bajo sus pies se mueva sin sentido alguno. Lo piensa sin darse cuenta de que su cuerpo se vuelve un manojo de químicos y emociones que le impiden tomar una decisión coherente al menos el minuto y medio que dura el temblor. 

El café pasó con un trago rápido, después vino la nube de polvo, el sonido de muros que se derrumban, la resequedad en la garganta, el asombro de los ojos, las lágrimas inexplicables que salieron al mirar aquello y el nudo en la garganta antes de pasar saliva nuevamente, antes de que el corazón se saliera del pecho, antes de que todo se volviera una representación de aquello que ella no vivió hace 32 años. 

Tomar el celular y grabar es lo primero que vino a su mente, llamar a su familia para saber que estaban bien fue su segundo pensamiento... Correr a mirar los escombros y empezar a apoyar, el tercero... No sabía si escribir en facebook para pedir apoyo, subirse a los escombros o preguntar a las cientos de personas que se acercaron también ¿qué hacemos? Como cuando no hay un líder pero de algún lugar sale alguien que sabe qué hacer y de pronto todos suman a la causa, sin acusarlo, sin renegar, sin querer tener la razón sobre algo, sólo escuchando lo que su humanidad dice que deben hacer. 

No alcanzan las lágrimas para limpiar lo que se siente, no alcanzan para llorarles a todos los que quedaron atrapados, para honrar la memoria de todos los que han apoyado... No alcanzan los labios para besar las manos de cada uno de los que han recogido piedras y escombros... no alcanzan los brazos para abrazar con fuerza a cada uno de los que han resistido y han sido encontrados con vida... No alcanza la voz para seguir gritando que se requiere apoyo en diferentes puntos de la ciudad y del país... No alcanza el corazón para amarnos tal cual somos, los que ayudan y los que no, los que sienten y los que usan el empuje de adrenalina para seguir buscando entre los escombros, los que cocinan para alimentar a quienes arriesgan la vida y los que cuidan a los perros que aún no encuentran a su compañeros de vida, los que piden apoyo por facebook y los que tienen tanto miedo que prefieren mantenerse en un lugar seguro, los que perdieron su casa y los que por fortuna no perdieron la vida, los que vieron derrumbarse sus sueños y los que están viendo construirse una nación diferente. Quizá sea cierto, quizá el momento en el que más vivos estamos es aquel que más vulnerables nos hace sentir, aquel que más nos acerca a la muerte.

#FuerzaMéxico


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