miércoles, julio 09, 2008

La mujer pantera

Una mirada indecible, sorprendente, mágica, con un toque de lujuria y una pizca de amor. Me miró y me pidió un cigarro, platicó conmigo un rato, me detuvo al entrar a casa y logró que sonriera a pesar de que me había repetido que jamás le volvería a sonreír.
Hace tanto tiempo que nos dejamos, hace tanto que pasó un huracán que arrasó con las bases inciertas que habíamos empezado a construir. No recuerdo si fue el sol o el frío, el día o la noche, las nubes o las estrellas las que nos separaron de tajo, las que pusieron, entre él y yo, una muralla china, una barda anti-inmigrantes o una reja carcelera, sólo recuerdo que una y mil veces me ofreció el espacio que había en su vida y en su cama, otro tanto preguntó porqué nacía tan tarde y finalmente terminó queriendo alejarse de la mujer pantera que todo destruye a su paso.
Estoy segura, como él lo está, de que en algún otro mundo, seguramente en otra vida, estuvimos juntos, quizá fuimos amigos, novios, amantes o esposos, quizá sólo fuimos un par de gatos en celo o aves que migraron juntas hacia un mejor lugar, quizá no fuimos nada y sólo es el subconsciente el que nos hace creer que algo pasado hubo.
Desperté de mi narcolepsia y casi abría la puerta cuando me detuvo, preguntó por un amigo, hizo algo de tiempo, supongo que para no platicar con un vecino molestón que no le caía para nada bien.
Miró la "cascada" que hay afuera de mi casa, me miró a los ojos, me besó en la boca y desapareció. Desde ese día, cada que voy a entrar a mi casa tengo la intención de preguntarle al viento y a la lluvia si lo han visto, pero sólo me atrevo a decirles que le besen el rostro como si fuera yo la que estuviera con él, aunque a él la lluvia no le agrade...

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