viernes, junio 11, 2010

Los otros

Sandra y Martín dejaron que pasara lo peor que puede ocurrir en una pareja: permitieron que todo mundo entrara en su relación. Así fue desde novios, empezaron dejando entrar en sus vidas a sus amigos, su familia, su trabajo, bueno, llegó un punto en que hasta dónde iban a comer importaba más que el simple hecho de estar juntos.
Se enojaban por cualquier cosa, el uno con el otro o el uno y el otro. Hacían caso de los dimes y diretes, escuchaban las críticas de los amigos y con base en ello tomaban decisiones, atendieron las pticiones de su familiay comenzaron a probar su amor, probar en el sentido de ver cuánto podía aguantar su amor.
Hasta que un día Sandra se embarazó, le dijo a Martín y aunque éste no respondió lo más emocionado posible, decidieron vivir juntos.
Todo marchaba no tan mal, se veían comían juntos, en las noches veían un poco de tele y los miércoles, religiosamente, hacían el amor. Pero todos estaban ahí, todos los que influían sus decisiones, todos los que opinaban sobre ellos, todos los que formaban parte de sus vidas y habían logrado colarse también en su relación de pareja.
-Me dijo Rogelio que te vio salir de la oficina con Martha, qué tenías que hacer con ella?- comenzaba Sandra, y la discusión se prolongaba por horas.
-Hay un lugar que me recomendo Javier, dijo que tú ya lo conocías, veniste con él o qué y dónde demonios está que ya llevamos diez vueltas? - decía Martín en un momento y eso garantizaba horas de caras largas y ratos de incómodos silencios.
El niño nació, creció, tenía ya 8 años y en ese tiempo Sandra y Martín se habían separado incontables ocasiones, él la había engañado más de lo que ella intuía, ella lo había esperado y recibido todas las ocasiones, era la que estaba con él cuando Martín lo decía o cuando no tenía a otra chica en sus noches.
A pesar de ello Sandra no ponía un alto, decía que quería tener el divorcio en mano para poder establecer qué días podía ver al niño y cuánto debía darle de pensión.
Siempre estuvo alguien más entre ellos en su relación, el absurdo fue cuando decidieron divorciarse: no podían simplemente ir y decir ya no queremos esta juntos, tuvieron que contratar a dos extraños, poner su vida y sus intereses en manos de ellos para que pelearan por despedazar al otro.
Los abogados comenzaron sus tareas, la defensora de ella le decía que podía sacarle una buena tajada por las 8 motos que él tenía, las casas y las dos camionetas. Era fácil ganar el juicio, sólo debía comprobar el adulterio y hacerlo ver como el peor hombre del mundo, incluso, si se podía, acusarlo de violencia intrafamiliar, falta de atenciones a su hijo, robo y hasta de obligarla a tener relaciones cuando ella no quería.
El abogado de él le dijo que era muy fácil ganar el juicioo, debía decir que tenían caracteres incompatibles, que desde el principio fue un error su relación y defender lo que él había logrado, porque ella trabajaba en la economía informal y nunca había podido aportar dinero para lograr la compra de esos bienes, por eso sólo correspondían a él.
Se acabaron el uno al otro, en el juicio, los dos abogados cobraron lo suyo y ellos no pudieron volver a verse jamás, aquello que empezó como amor terminó en odio, rencor y el niño, cuando tuvo la edad suficiente se fue de su casa.
Regresó después, un día, para presentarle a su madre a la mujer que sería su esposa y la madre de su primer hijo que ya estaba en camino.
-Que fuiste a comer con Ana? de qué platicaron?- dijo la novia de él cuando Sandra estaba a punto de entrar a la sala.
-Quién te dijo?- preguntó el que tantos años había sido el pequeño Martín.
- Jorge, me dijo que los vio saliendo del Arrabal- insistió ella
Sandra entró, se quedó callada y los miró mientras comenzaban a discutir, algo le había recordado a ella misma.

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