miércoles, diciembre 26, 2007

Hay una realidad que se acercó demasiado pronto. Mi hermana está comenzando a entrar en la adolescencia. Yo me resistía a creerlo cuando mi madre lo dijo pero así es. De pronto me proyecto a su edad y veo cómo hace las mismas cosas que yo hacía, está sola y fantasea, ha dejado los juguetes, las muñecas, ahora pone atención en lo que mi madre y yo hacemos, cuando cocinamos, cuando tendemos la ropa, cuando lavamos el baño.
Curiosamente han comenzado las clases para ella. La leccion de ayer fue la elección de aretes y anillos de oro del tesoro de mi madre, ya aprendió que debe ser moderada en lo que se quiere poner y que aquellas piezas que tienen historia familiar jamás las podrá usar.
Hoy la lección fue cómo lavar el baño, esa misma leccion que yo aprendí cuando tenía cerca de 12 años y la chica que nos ayudaba al quehacer me enseñó los puntos básicos para hacerlo. El jabón, la escoba, una jícara, primero hay que limpiar la taza y el fregadero, las paredes aún no son tarea para ella, pero el piso si, recoger la basura, ordenar los cepillos de dientes... nunca creí que daría a mi hermana esta clase y que en la primera lección lo haríamos juntas para que se fuera dando cuenta.
Vaya que es un arte aunque uno lo ve como algo mecánico, saqué hasta lugares donde colocarse y formas de agarrar la escoba, hasta yo me sorprendí de explicarle paso por paso lo que acostumbro hacer como una pieza en general.
Se escucha tonto, sí, lo sé, pero son cosas que hacen que uno abra los ojos y descubra que aquella niña que uno creía que no crecería se comienza a transformar en una mujer, lo mismo para tareas de la casa que para vestirse, peinarse, combinarse.
Increíble que llegara hasta este paso cuando yo la consideraba una niña lejos del mundo juvenil. Pero... sólo tiene 10 años...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gustó tu texto. Es sabio, está bien escrito y es muy ameno: Y sobre todo, nos da idea de cómo empezaste tu adolescencia.