domingo, mayo 11, 2008

El deseo no permanece igual

Tengo un amigo al que le preguntaron ¿Aún me deseas como al principio? Al leerlo no pude evitar articular una respuesta, la explicación a una pregunta tan melancólicamente planteada.
Pensé en lo que lleva a una mujer a preguntar eso, quizá la separación de hace tiempo, la nostalgia por haber amado tanto, el deseo reprimido aunque conocido.
Pero es cierta la respuesta, nunca puede ser igual el sentir hacia una persona, la experiencia da otra mirada, aunque no por ello aminora la prisa, la urgencia, el deseo que a veces no se puede contener entre las manos y mucho menos entre las piernas, ocurre cuando una persona se vuelve adicta a otra, si no tiene sus labios en el cuello comienza a temblar, si sus manos no estan en su espalda comienza un sudor frío y si no puede recorrer, leer su piel entonces comienza a volverse loco.
Las experiencias que uno vive se recuerdan, se evocan, a veces uno cree que lo mejor sería haber detenido el tiempo para mantener esa felicidad intacta, pero son las buenas y malas experiencias, los desvelos, la espera, el frío, el sueño, los celos, la indiferencia, todas esas cosas compartidas son las que hacen que uno pueda preguntar si el deseo sigue intacto, la duda de pensar que alguien ha dejado de mirarnos, si finalmente hemos salido de su vida sin un adiós que nos avise y la intención de aferrarnos lo más posible al corazón de otra persona.
Cierto, es cierto, a veces uno se aleja pero por más distancia que exista nunca se desata, entonces los lazos se afianzan, las miradas coquetean, las palabras desnudan y lo que antes fuera un lazo hoy es una unión que no puede desaparecer.
Para quien lo piense, pues, el deseo no permanece igual, quema mucho más por dentro...

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