domingo, marzo 14, 2010

Buenas noches, mamá

La frase Buenas Noches, Mamña no vuelve a ser la misma para quienes tienen hijos y ven esa obra. Resignarse a la muerte, seguir los pasos marcados, las listas hechas, llorar inconsolablemente por haber perdido a una hija y recordar con una simple olla sus últimos momentos, sus últimos gritos y los rencores que siempre guardó.
Eso pasa con Jessi, es una mujer epiléptica que a mediados de sus treinta busca el arma de su padre en el tapango de los triques, la llena de municiones y avisa a su madre que tiene dos horas de vida.
"Yo también me pregunto todos los días que haré con mi día , pero es mi día, nadie tiene más derecho de saber o preguntarse, porque es mi día, es mío", dice mientras espera el chocolate caliente de su madre.
Estar en la primera fila da la apriencia real de sentirse como un intruso en la ventana del vecino, escuchar la discusión, sentir el llanto, los gritos, la angustia.
Y Jessi se suicida, se escucha el disparo y la puerta de su cuarto está cerrada. Pareciera que he contado el final, pero es que en verdad eso no importa. La obra es maravillosa por la actuación, por esa hora y media en la que Jessi le explica a su madre porque se suicidará, en la que se sinceran por primera vez, ella explica que se siente inútil mientras le detalla en dónde está la ropa limpia, cuándo le llega la despensa, cómo tiene que pedirla y qué debe decir cuando llame a la policía para decir que se ha suicidado.
Jessi recuerda a su padre, su madre le dice que él también tenía empilepsia, pequeños espasmos y le cuenta cómo ocurría el proceso cuando a ella le daba alguno. Jessi sólo recordaba que se caía y que despertaba en una cama, con ropa distinta y un dolor inmenso. Lo demás era desconocido hasta esa noche, su última noche.
Llega la hora de irse, su madre se arrodilla, la abraza de frente, le grita que no se vaya, le suplica que se quede por lo menos un rato más, Jessi se suelta y se va a su cuarto, antes de entrar grita un "Buenas noches, mamá", cierra con llave. La angustia es tal, la madre agoniza de dolor en el escenario, golpea la puerta con sus manos, con voz alta y llanto incluido le dice que le quiere y que no lo va a hacer porque... spuff... escucha la detonación y pareciera que también llega a ella.
-No, Jessi, nooo...- se retuerce, azota las manos en la puerta, camina con dolor, como si estuviera herida, como si hubiera perdido la movilidad de su cuerpo, las ganas o simplemente la esperanza... su hija ha muerto, en su cuarto y ella no pudo evitarlo.
Toma la olla del chocolate, se aferra a ella como si fuera su hija, toma el teléfono y llama... la muerte ha pasado y en sus oídos aún escucha la voz de su niña, la niña que cada noche le besaba y le decía "Buenas noches, mamá"

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