sábado, marzo 13, 2010

Hey girl!!!

Martha es una mujer preciosa, emerge de las capas de maquillaje, de la base, del polvo, el labial, se quita poco a poco todo el maquillaje que le sobra y se va quedando con ella misma, con ella sola, con ella desnuda.
Se quita las máscaras, se sienta, trata de ponerse en pie pero cae. Se arrastra y se quita el resto de maquillaje de las piernas, de los brazos, de las caderas. Le cuesta trabajo volver a lo natural después de tantos años tras la careta, respira con dificultad, gime como si el llanto estuviera a unas lágrimas de sus ojos.
Desnuda, se postra sobre un cúmulo de sábanas rosas y se muestra al mundo, muestra su desnudez preciosa y delicada, sus pechos pequeños, sus caderas, su vientre, sus piernas... es una mujer hermosa con un gemido incesante y un espejo en la mano. Se mira un poco y lo coloca sobre el muro.
Se arrastra por el piso nuevamente, se acerca a un tambor y procura rodarlo pero irremediablemente cae sobre él cada vez, hasta que logra girarlo y lo toca con furia, con coraje, con impotencia, la música la acompaña de a poco, la gente siente cada golpe como propio. Se agota, camina un poco y se viste frente a todos, se pone la pantaleta, el pantalon y la blusa con la lentitud de una mujer débil y vulnerable.
Tiene un labial rojo, tiene una espada a su lado. Se pinta un poco los labios, quema un poco del maquillaje y después prefiere la espada al carmesí, se empodera, se envalentona, se libera, casi como Juana de Arco, con todo y capa.
"¿Qué tengo que hacer?¿qué tengo que decir?", se pregunta. Ella mira desde fuera y desde dentro, cual si estuviera en un camión, mira desde afuera de la ventana cuando el camión pasa y mira desde dentro cuando lo aborda, mira lo que hace y lo que piensa, lo que decide, mira lo que fue y lo que es, mira el paso del tiempo sobre su piel. Se mira, se cae, se da cuenta de que el mundo la tunde a almohadazos, uno tras otro, como si descargaran su estrés en evitar que pueda levantarse y finalmente lo hace, se levanta con una máscara, fingiendo ser quien no es, fingiendo para poder sobrevivir.
Y como ella, también Fernanda tiene que fingir, es morena, tiene un cuerpo maduro y la misma cara de Martha. Ella también la tundió a almohadazos, hizo todo lo posible para Martha que no pudiera levantarse y al final se dio cuenta de que ella tampoco se podía levantar y debía fingir. Sale de entre todos, llora y gime incontrolablemente.
Se escucha el susurro de Martha "No te preocupes, no estoy aquí para hacerte daño". le dice mientras ella llora, la desnuda con una dedicación casi religiosa, acto seguido viene un "lo siento, lo siento mucho" y la morena es utilizada como moneda de cambio, como un objeto, como un animal atado con cadenas y grilletes.
Martha la toma, la libera, la embalsama con un color plateado que refleja la luz del ambiente, la pinta palmo a palmo mientra los cristales de las ventanas revientan, deja la doble vista, se mira a ella y la mira a ella, le da unos tacones y deja que se empodere, que crea que es lo que es, que sepa lo importante que es, que tome su libertad, que deje de pensar lo que la sociedad trata de meterle a punta de laser en la mente y que pueda derrumbar los muros que sean necesarios para hacer lo que quiera. Al final, cuando vaya en la calle, ya sin maquillaje, sin máscaras y sin susurros, quizá sólo escuche un Hey girl!

1 comentario:

artebodypaint dijo...

la desnudez que ronda...