sábado, marzo 24, 2007


Cuando abrí los ojos la cama estaba hecha, él no había llegado y a mí sólo me cubrí la cobija que había tomado del armario mientras lo esperaba. Lo reconozco, mi primera reacción fue marcar su número celular y contestó ella. Quién es, no lo sé, no tengo la más remota idea, no la conozco, bueno, mejor dicho, nunca quise conocerla. Colgué de manera inmediata y salí de la alcoba con dirección al baño.
Me ví en el espejo con ganas de romperlo, de pronto no entendía como había sido tan estúpida de creer que él se quedaría conmigo. Abrí la llave del agua caliente mientras me desnudaba, me metí a la ducha y dejé que recorriera todo mi cuerpo, mi rostro, mi cabello, mis hombros, mi pecho, mi vientre, mis piernas, dejé que llegara hasta mis pies. Es cierto, quizá es algo común ducharse todos los días, pero son pocas las veces que lo disfrutamos, yo lo disfrute tanto... mis manos intentaban apresar el agua en mi vientre, en mis muslos, pero las gotas resbalaban tan rápidamente que no permitían siquiera tapar el paso. Entonces fue cuando lo recordé, cuando ví momento a momento nuestra historia, cuando recordé el efímero principio y el volatil final, fue cuando ví nuestros días de gloria y también los tristes y temidos días del adiós. Fue hasta la tercera vez que definitivamente decidimos no volver por él, por ella, por mí y por él. El vapor dejaba que mis sueños volaran, que mi mente recordara con cada roce de mis manos sobre mi cuerpo los instantes vividos a su lado. Comenzaba a enfriarse el ambiente así que decidí guardar todos esos recuerdos en un cajón y esconderlos en lo más profundo, decidí que tenía derecho a ser feliz y que debía serlo y decidí nunca más volver a buscarlo para decirle TE AMO.
Cierto, hace mucho que pasó eso, y cierto, hace mucho que lo inventé, pero hoy quise compartirlo contigo, porque aun cuando por fuera parezca una cabrona por dentro no soy más que una mujer común y corriente, pero ante todo sensible.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La imagen es aterradora: tú, sola en una cama, esperando a alguien que nunca llega. ¿Quién puede ser tan imbécil para rechazar el paraíso?