lunes, abril 16, 2007

Mi mundo soy yo

Las relaciones sentimentales fracasadas sirven para aprender, de ellas he tomado la lección de uq enunca debes incluir a una persona tanto en tu mundo al grado de convertirla en el centro del mismo. Puedes decirle miedo, pesimismo, falta de ganas, desilución, etiquetar a la gente, no sé cómo puedas o quieras llamarlo, pero no, no quiero incluirte tanto en mi vida; quiero tener mi tiempo y mi espacio como siempre ha sido.
No es fácil darse una oporunidad después de varios fracasos, no estoy acostumbrada y lo reconozco, a que me quieran tanto, quizá porque siempre he sido la víctima, quizá me acostumbré a la mala vida, o quizá simplemente no sé cómo mantener una relación, pero sé que si hay algo que no permito que limiten es mi libertad, mi independencia, mi libre albedrío, mi tiempo y mi espacio...
M eha ocurrid en otras ocasiones que cuando la persona ya no está me quedo vacía porque di todo, porque le di mi vida y mi mundo, porque lo incluí tanto en mi vida que al irse él se fue todo... eso es lo que no quiero sentir de nuevo, ese vacío, no quiero que alguien se robe mi mundo de nuevo y como las costumbre se hacen leyes no quiero dar atribuciones que nadie más que yo puedo tener.
Hoy quiero volar, quiero encontrar en el viento ese aroma de autonomía, quiero mirar en la tierra respeto por mis decisiones, quiero pensar y tener la certeza de que puedo ser yo en cualquier momento y en cualquier circunstancia, sin limitaciones, sin reproches porque así me han conocido... pedo hacer lo que quiera porque es mi vida, sólo mía...

1 comentario:

Paul Constantino dijo...

--El corazón más hermoso del mundo--

Un día un hombre joven se situó en el centro de un poblado y proclamó que él poseía el corazón más hermoso de toda la comarca.
Una gran multitud se congregó a su alrededor y todos admiraron y confirmaron que su corazón era perfecto, pues no se observaban en él ni máculas ni rasguños. Sí, coincidieron todos que era el corazón más hermoso que hubieran visto.
Al verse admirado el joven se sintió más orgulloso aún, y con mayor fervor aseguró poseer el corazón más hermoso de todo el vasto lugar.
De pronto un anciano se acercó y dijo: "¿Porqué dices eso, si tu corazón no es ni tan, aproximadamente, tan hermoso como el mío?
Sorprendidos la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien latía vigorosamente, éste estaba cubierto de cicatrices y hasta había zonas donde faltaban trozos y éstos habían sido reemplazados por otros que no encastraban perfectamente en el lugar, pues se veían bordes y aristas irregulares en su derredor.
Es más, había lugares con huecos, donde faltaban trozos profundos.
La mirada de la gente se sobrecogió "¿Cómo puede él decir que su corazón es más hermoso?", pensaron ...
El joven contempló el corazón del anciano y al ver su estado desgarbado, se echó a reír. "Debes estar bromeando," dijo. "Compara tu corazón con el mío... el mío es perfecto. En cambio el tuyo es un conjunto de cicatrices y dolor."
"Es cierto," dijo el anciano, "tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me involucraría contigo"...
Mira, cada cicatriz representa una persona a la cual entregué todo mi amor. Arranqué trozos de mi corazón para entregárselos a cada uno de aquellos que he amado.
Muchos a su vez, me han obsequiado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que quedó abierto. Como las piezas no eran iguales, quedaron los bordes por los cuales me alegro, porque al poseerlos me recuerdan el amor que hemos compartido."
"Hubo oportunidades, en las cuales entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un poco del suyo a cambio. De ahí quedaron los huecos.
Dar amor es arriesgar, pero a pesar del dolor que esas heridas me producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los sigo amando y alimentan la esperanza, que algún día, quizás, regresen y llenen el vacío que han dejado en mi corazón."
¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso?"
El joven permaneció en silencio, lágrimas corrían por sus mejillas.
Se acercó al anciano, arrancó un trozo de su hermoso y joven corazón y se lo ofreció.
El anciano lo recibió y lo colocó en su corazón, luego a su vez arrancó un trozo del suyo ya viejo y maltrecho y con él tapó la herida abierta del joven.
La pieza se amoldó, pero no a la perfección. Al no haber sido idénticos los trozos, se notaban los bordes.
El joven miró su corazón que ya no era perfecto, pero lucía mucho más hermoso que antes, porque el amor del anciano fluía en su interior.