sábado, febrero 16, 2008

Los besos de una abuela

Es cierto que madre sólo hay una, la que yo conozco se pasa la vida trabajando para dar lo mejor a sus hijos, trata de complacerlos y de dejarles una buena herencia educativa, se olvida de ella misma y piensa siempre primero en lo que sus hijos necesitan, vive por y para sus hijos y trabaja hasta donde ya no puede.
Cuando yo era pequeña mi abuelita nos cuidaba, crecí con ella como si fuera mi madre, ella me cambió pañales, me dio de comer, me crió y me consintió hasta los 5 años dándome mamila, aunque en realidad yo era bien abusada y caminé y avisé al año de edad. Ya van a ser 10 años de que falleció y a veces la extraño tanto... vaya este pequeño relato como homenaje a las abuelitas, y a un gran amigo.

Pocas personas me han abierto tanto su casa y su vida, pocas me han dejado conocer los detalles de su vida familiar. Subí las escaleras y la voz de su madre preguntaba si era él. Salió, me saludó y me invitó a pasar a su casa. Caminé unos cuantos pasos y ahí estaba ese arbolito de oro que robó toda mi atención, con sus hojas doradas y su tronco brillante, unas pequeñas bolitas que simulaban el fruto, un árbol idéntico a uno que mi abuela tenía en su cuarto, su cuarto lleno de sorpresas para mí que después descubrí que en realidad eran triques de esos que uno va acumulando y nunca se atreve a tirar. Recordé el tiempo que dormí con ella, cómo decía que la golpeaba porque dormía como una verdadera bestia y me movía mucho, recuerdo cuando platicaba con mi madre mientras me creían dormida y ella decía que yo llegaría muy lejos. Recordé sus oraciones al amanecer y cuando me ponía el uniforme, cuando me peinaba para ir a la escuela, cuando me daba de comer, hasta cuando me daba 10 pesos pa irme a dar la vuelta al mercado con mi prima Lis y comprarme una paleta o un flan. Mi abuela era l a mujer más bella del mundo, sobre todo cuando echaba chingados, cuando leía, cuando nos nalgueaba, era tan bella que decidió aceptar un nuevo trabajo que consistía en ser un ángel para su familia, y se fue.
Entonces también salió su abuela, una mujer de pelo blanco y con un rostro de ángel, me saludo muy amable y abrazó a su nieto, lo besó en la frente y aunque no lo dijo en voz alta podría jurar que dio gracias a Dios porque aquel pequeño niño, al que ella también cuidó, se ha vuelto todo un hombre. Bromeó con su edad y fue especialmente por una pista de Pedro Infante mientras contaba que le gustaba más Jorge Negrete pero que Infante tenía más carisma.
Un poco de aire, un deseo, y un aplauso al típico estilo infantil. Un poco de café para pasar las mil hojas y la oferta de la abuela de tomar té verde para que los ojos se volvieran azules, la ternura de un niño traspasada a un adulto y la desesperación de un adulto por irse con los cuates.
Era tiempo de partir a la celebración organizada pero antes de eso la abuela lo volvió a besar y a abrazar, esta vez con la nostalgia de ver a su niño convertido en un adulto, a su niño que jugaba con pequeñas espaditas muy semejantes a un florete, ese niño que ahora sabe lo que es amar y lo que es sufrir por una mujer, ese hombre que ha decidido tomar sólo los mejores recuerdos de su abuela y conservarlos para toda la vida. Esa abuela, ese tipo de abuelas que siempre nos verán como niños aunque tengamos 50 años. La mía, por el lado materno, se ha ido, pero vivir momento como estos me hacen recordad cuánto me amó. Gracias infinitas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como crees que me iba a molestar... solo doy gracias a dios de que estoy en el trabajo, por que si no me hubiera puesto a llorar como nena

gracias por estar ahi

Santoñito Anacoreta dijo...

Primero que nada, muchas gracias por tu comentario en el blog que recién comencé para Alfaguara.
En segundo lugar, debo decirte que este texto en particular me ha tocado hasta la más honda de las fibras sensibles. Me ha removido las telarañas, dejando al descubierto uno de mis dolores más grandes y compartidos. Me ha impulsado a extraer los fantasmas para hacer un llamado, para tratar de recobrar los amores perdidos. En breve podrás enterarte mediante otro de mis múltiples blogs: http://vetacreativa2.wordpress.com (VETA Genealógica). Descubrirás que más que la literatura, de pronto, hay más cosas en común entre dos personas de lo que podría suponerse.