domingo, octubre 14, 2007

Dejame confesarme

Camino, camino sin rumbo y hasta cansarme, camino cansada y sollozante hasta que llego a la que ha sido tu guarida al menos algunos días. Me estaciono a lo lejos, donde haya luz, para ver siquiera por donde camino y mirar si si de lejos adivino tu silueta. Aquí estoy, fumando y pensando en ti, aquí sentada sin asomarme a ver si estás ahí o no, pero con el hueco en el estómago que me dice que estoy loca.
Déjame recordarte, recorrer tu rostro sudando, sentir tus manos sobre mi cuerpo, tus labos besando mis ojos y después... la nada. Te huelo tan cerca, quizá es mi paranoia, lo sé, pero acercarme a los lugares donde te recuerdo me causa este sentimiento de saberte cerca y lejos, mío y ajeno, de sentirme como una tonta que ni siquiera sabe lo que hace o por qué lo hace.
No soy de nadie, dijiste una vez y es cierto, pero hay momentos en la vida de una mujer en los que se apasiona tanto por un hombre...
Miro los coches que pasan, si alguno se parece al tuyo me asomo, te adivino dentro, imagino tu mirada, tu sonrisa, despierto y me doy cuenta de la imperiosa realidad: no eras tú.
Pero te miro y te pienso donde no estás, te busco y te sueño, te necesito y no estás. Me vuelvo loca y pienso que quizá estás con otra mujer, quizá no, pero de cualquier manera no estoy yo contigo y me duele tanto...
Quisiera que llegaras sin que yo me diera cuenta, que te sentaras a mi lado y entonces preguntarías qué hago ahí, yo, bañada en lágrimas, te diría que vine a verte, a mirar tu silueta o tu sombra, que sé que cometí un error al ocultarlo todo pero qe te quiero. Prendes un cigarrillo y te cuento cuánta falta me has hecho. No me abrazas, sólo me miras, sólo observas cómo mis labios se mueven para darte mil excusas y decirte otras 20 anécdotas, pero sigues sin creer ninguna.
Entonces me callo. Me tiemblan las manos frías y llenas de tu ausencia. No aciertas a decir nada porque no quieres discutir. Yo no sé qué decir, un simple lo siento no será suficiente, un beso no borrará todo lo que hice, a veces creo que mi fe en recuperarte es más pequeña que una migaja de pan.
Comienzo a temblar de nuevo, mis manos están frías, entonces me abrazas y yo lloró con fuerza.
Has sentido esa necesidad de mirar en todos lados a ver si la persona a la que quieres está ahí? eso hago ahora mientras camino, te busco en cualquier lugar, ya miré en un café, en los tacos de canasta, en una sex shop, te busco pero sigo sin encontrarte.
Déjame confesarme, acusome de ser la culpable de romper una historia, de ser cobarde y no tener valor para llamarte, de ser una cabrona consumada que pide disculpas por escrito, pero también acusome de quererte, de buscar tus pasos en lugares donde no estás, de escribir lo que siento, acusome de extrañarte, de necesitarte.
Ahora que me he confesado puedes poner la penitencia que quieras...

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