domingo, octubre 14, 2007

No quiero, te quiero

Y el viento prefirió acompañarme antes que tú, estuvo conmigo mientras te esperaba, me cobijó, me hizo temblar de miedo, de impaciencia, de necesidad, de frío, vino por mí y me arrulló, incluso trató de poseerme pero me negué, le dije que a quien esperaba era a ti, se rió a carcajadas y dijo que no vendrías pero yo seguía esperándote. Un amigo tuyo metió las manos al fuego por ti, juró que vendrías y que estarías aquí, así que aquí sigo, esperándote, sólo para decirte que lo siento, para ver si crees en mis actos ya que no lo haces en mis palabras, para ver si aún puedo convencerte de las ventajas de quererme, para ver en tus ojos la respuesta a mis preguntas, a mis súplicas de que me digas que me quieres*.
Han pasado 4 aviones, 15 perros, 25 personas y dos gatos desde que me senté en esta fría piedra que he adaptado como mi silla y que me ha dicho 40 veces que no vendrás, pero no le creo, ella no puede entender mi cariño por ti, no puede comprender lo que hago porque no siente ni frío ni calor, yo siento tu ausencia, siento que llegas en cualquier momento, en cualquier coche que misteriosamente se estaciona o alenta su paso frente a tu casa, pero después de 10 minutos se van.
Pero creo en ti aunque no hayas dicho nada, creo en ti aunque piense de pronto que no vendrás, creo en ti porque cuando te he necesitado has estado conmigo, y en el último de los casos, le repito a la seudo silla, creo en ti porque te quiero y porque a las 9 de la noche que iba camino a casa me dije que debía verte.
Esta no es una historia de ficción, aunque lo parezca, no es una novela ni un drama, yo sólo vine a decirte que lo siento, que lamento no haber sido sincera contigo y los árboles han dejado de hablarme porue les confesé que soy una cobarde, incluso un gato negro que pasó evitó acercarse a mí, él que es tan traicionero, me juzgó. Lo peor es que sé que soy mala por lo que hice y si tuviera en el rostro un mínimo rasgo de rata de alcantarilla se habría abalanzado sobre mí.
Mi seudo silla ya se cansó, comienza a lastimar mi columna vertebral en señal de que me vaya, pero no quiero, te quiero. En mi vida he hecho cosas locas, lo acepto, pero aparecerme en tu casa sin saber si vas a venir ha sido la mayor de todas. ¿Dónde estás? ¿no ves que quiero verte? ¿acaso tú no quieres verme? entonces no sé qué hago aquí esperando, pero sé que te quiero y que no me importa esperar 3 horas o 4, 5 o 6, 7 u 8, el tiempo que tarde, no me importa, aquí estoy, esperando por ti, sin ganas siquiera de leer porque no podría concentrarme con el frío a un lado que masculla que tú no me quieres, por eso mi letra está tan fea, porque él insiste y yo tiemblo, pero lo hace porque tiene celos, celos de que estoy dispuesta a esperarte toda la madrugada y a él nadie lo espera.
Un clavel rojo que estaba tirado en el suelo también intentó disuadirme de mi loca idea de esperarte, es verdad, estoy loca, pero prometo ir con el psiquiatra, en su defecto iré a un centro de rehabilitación, pero antes quiero asegurarme de que no estoy enferma de ti, de que tú también me quieres aún una fría noche de octubre, de que tú me quieres aún con mis locuras.
No sé qué harás al verme, si yo fuera tú me abofeteaba, pero entonces saldría mi complejo cristiano y pondría la otra mejilla, mientras que lo que tú quieres es besar mi boca*.
Ya fumé demasiado, pero el cigarro me ayuda a soportar lo que ahora se ha vuelto la incómoda presencia del frío. Por cierto, no sabía que tus vecinos eran cronistas deportivos, se han chutado más de 5 partidos de futbol en el xbox supongo y siguen gritando como si fuera el primero.
Otro gato me ha huido, dice que soy una mujer pantera* que hace daño a quienes más quiere y comienzo a creerle. Un coche más ha pasado y me ha sugerido que me aviente cuando pase otro, pero sigo insistiendo en que mi cita es contigo. Mis piernas ya no quieren seguir mi plan, tiemblan como si fueran a correr, como si quisieran dejarme en el papel de la novia fugitiva*.
Han pasado ya muchos futbolistas por la casa de tus vecinos pero ninguno se asoma, sólo escucho sus nombres, y tú aún no llegas. ¿Crees que vendrás a dormir esta noche? Me he echado una apuesta con el destino que insiste en que me vaya de aquí, pero yo no quiero, te quiero. Incluso recé un padre nuestro y un ave maría para que tu reacción no sea de rechazo.
Alcanzo a escuchar a unos chicos que gritan al compás de unos tambores la porra de la UNAM, y yo que no soy pumita tengo ya unos inmensos deseos de patearlos, pero no puedo, mi cuerpo se mueve involuntariamente, creo que el frío ha logrado colarse un poco por mis huesos, sólo espero que no llegue a mi corazón antes de que te vea*.
Los moscos me andan secreteando, dicen que piense si realmente te quiero, ya les dije mil veces que sí y comienzan a creerlo porque sigo aquí insistiendo en que mi cita es contigo, ya van a ser 4 horas de larga espera.
Tú no sabes cuánto duele que no estes aquí aunque supongo que lo imaginas*. Betty Bop comienza a sentir frío también, me lo dicen la simulación de diamantes que la adornan. Tus vecinos pensarán que estoy loca, seguro, diles que están en lo cierto. Soñé que ya estaba durmiendo y tú no llegabas, solo diles a tus vecinos que no me despierten mientras duermo.
Ya es tarde, me concentré un poco y leí unas páginas de El beso de la mujer araña, pero hace frío, me congelo, sólo dime que pondrás en los titulares y a 8 columnas que sí se muere de amor*, que una joven periodista murió, murió de amor y de hipotermia mientras te esperaba. Esperó desde las 10:30 de la noche y debió irse, pero se quedó mirando tu puerta para ver cuando llegaras.
Finalmente les callé la boca al frío, al viento, a la seudo silla de piedra, a los árboles, a los gatos, incluso a los moscos, a los coches, al clavel rojo y al propio destino, mi cita era contigo... y llegaste*.
Dime que me quieres...


Nota del editor: *Me volé frases de algunos conocidos, no les doy el crédito porque son muchos, pero les agradezco su ayuda involuntaria para crear esta historia fría.

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