miércoles, noviembre 28, 2007

El jaguar, corazón cambiante de fuego (fragmento)

Escribo para conocer, para explorar dimensiones de la realidad que sólo la literatura penetra. Escribo también para recordar. Pero, no menos, escribo para olvidar. Escribo para extender mi cuerpo, mis sentidos, comprobar día a día la sensualidad del mundo. Escribo por placer. Escribo por deseo. Escribo por rabia. Escribo para señalar la falsificación de los íconos, el abuso de los poderes públicos. Escribo para ser odiado y ser amado: más aún, para ser deseado.
Escribo para proponer nuevos ámbitos en este mundo. Escribo para provocar la aparición ritual de la Poesía. Escribo para bailar. Bailar es la otra escritura mágica del cuerpo. Escribo para dialogar con los muertos. Sobre todo con mis muertos: vivos en su literatura, en su arte, en sus obras. Escribo para escuchar a los vivos. Escribo para ejercer el placer inmenso de comprender.
Escribo para dibujar. Escribo para borrar. Escribo para sonreír con otras bocas en la mía. Escribo para ejercer la vitalidad de la lengua y del sexo. Escribo para seducir a mi amada de nuevo y siempre otra vez, ganar su paraíso.
Escribo para acercarme al fuego y dejarme tentar por su presencia.
Escribo para viajar. Y mis pasos escriben con mis ojos: y adentro de mi cuerpo lo de afuera va dejando sus letras caprichosas. Las letras del asombro. Escribo para alcanzar eso que me rebasa. Aquello que está más allá y que en su unión me mejora.
Viajo de mil maneras cuando escribo. Y también escribo para no moverme. Escribo para ir hacia adentro. De mí y de mi amada y de los rincones explorables de este mundo. Y para explorar en tu cuerpo, hasta el fondo, sus castillos concentricos. Y perderme para siempre en ellos.
Escribo sabiendo que hacerlo es una metáfora de amarte. Que haciéndolo te convoco, eres aparición ritual, no sólo recuerdo. Escribo en ti y contigo en la punta de la lengua.
Escribo para desnudarme. Escribo para disfrazarme. Escribo para inventar un carnaval. Escribo cantando.
Escribo hasta cuando no escribo. Y aún así busco, o sin buscar presencio, la aparición ritual de esa súbita existencia: la excepción que podemos o no llamar poesía.
Escribo como amo, como te amo, como te escribo.
Alberto Ruy Sánchez




Nota del editor: Esto es un fragmento del nuevo libro de Alberto Ruy Sánchez, titulado La mano del fuego. Un texto maravilloso que hace escribir incluso a aquellos que quieren amarrar sus manos para evitar escribir.

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