viernes, junio 26, 2020

Boceto con prisa

Y el agua inquieta ahora pretende saber lo que la tranquilidad de la laguna...
Raquel es una mujer medio joven, medio madura, medio mayor. Trabaja todos los días, sin descanso, desde que tenía 18 años y estudió medicina para ayudar a la gente y salvar vidas.
Desde que estaba en la carrera decidió que no se casaría pronto y los hijos los pensó siempre muy lejanos. A sus 25 creía que su vida profesional comenzaba, que tenía la vida por delante y la familia no estaba en sus planes, ni la familia de la que salió ni la que podría formar.
Solía decir que antes de tener hijos debía viajar, correr, saltar, vivir, trabajar y disfrutar la vida.
La crisis de los 25, como algunos le llaman, le llegó un día y se puso a pensar en su soledad que hasta entonces tanto había apreciado, creyó que todo aquello que había construido desde sus años de universidad, se desmoronaba.
Y entonces empezó a imaginar a un hombre que quisiera estar a su lado, que la amara y que ella también lo amara, un hombre al que pudiera darle un beso despacio, delicado después de un mes de no verse, un hombre con el que pudiera platicar todas las noches sobre lo que vivió en el día y disfrutar las noches frías con calor humano, un calor amoroso que la arropara.

Texto de 2017. 

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