miércoles, junio 10, 2020

Carta a mi tío desaparecido

Hace un mes que nadie sabe de ti. Dejaste las llaves y el celular sobre la cama, y la casa vacía. Paso saliva mientras me cuentan y en mi mente aparecen imágenes de ti, de tu vida, de los momenticos de vida que hemos compartido juntos. 

Tú y yo no hemos tenido una relación familiar muy fuerte, por alguna razón te he puesto la etiqueta del incomprendido de la familia, el rebelde, el que no tiene solución, el que así es. ¿Así cómo? me pregunto. Así, huraño, alejado, a veces con cara tristona, a veces de mal humor, enojado, brusco, seco, tajante... 

Hoy me pregunto de dónde salieron todas esas características, de dónde las aprendiste, cómo crecieron y anidaron en ti. En parte, creo que lo sé, tú no estás dentro de la estructura. Hoy yo tampoco lo estoy. Entiendo que de alguna manera has elegido revelarte a todo lo normal, lo cotidiano, lo que decían que se "debía" hacer. ¿Reglas? ¿normas? 

Pienso, y quizá es una sensación que muchos han tenido, en lo fuerte que es que siempre te digan que estás mal, que está mal la forma en que hablas, en que sientes, la forma en la que te conduces por la vida. Pienso en lo valiente que has sido para mantener tu esencia en medio de una corriente que nos arrastra a ser todos iguales, a matarnos en un trabajo que no nos gusta, a ganar dinero sólo por ganar dinero, como si eso fuera la felicidad aunque sabemos claramente que no lo es. 

Pienso y me pregunto ¿dónde estás? Alguna vez ya te habías ido y supimos hasta mucho tiempo después que habías cruzado la frontera y habías llegado con la familia por allá. Te fuiste sólo, sin decir nada, sin pedir ayuda, sin avisar. Así, como eres tú. Pienso en tu viaje, en tu trayecto, pienso en la manera en la que te ganabas la vida día a día, pienso en la sensación del despertar y al dormir, pienso en el viaje del héroe, ese que hacemos cada vez que decidimos irnos física, mental o emocionalmente, ese viaje en el que sorteamos adversidades, en el que aprendemos a través del dolor de la vida, en el que nos damos cuenta que algo de nosotros debe morir para que otra parte nazca. 

El mundo debería estar más lleno de locos como tú y como yo. Deberíamos ser miles sin temor a ser incomprendidos, miles sin temor a ser rechazados, miles sin temor a perderlo todo menos nuestra esencia.

Hoy no sé dónde estás, no lo sabemos. Mi abuela tiene su corazón triste. Mi tío Víctor te busca por todas las redes sociales. En la familia todos están haciendo algo para encontrarte, algunos online y otros offline, algunos con gritos y otros con oraciones. ¿Y yo? 

Yo te escribo estas líneas recordándote. Desde que me enteré enciendo una vela y un incienso durante el día pidiendo que iluminen tu camino, enviándote luz y amor y reflexionando sobre esta breve relación que hemos llevado en esta vida. Pido por que este viaje en el que estás, voluntario u obligado, te traiga de vuelta a casa, que te haga crecer y te aporte entendimiento, que traiga luz a tu vida y la compartamos juntos. 

Te esperamos tío Pechu. 
Atte. Tu sobrina Karla 

PD. Si alguien lo ha visto o sabe de él por favor comuníquese al +521 81 1212 6119

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