viernes, junio 26, 2020

Todos somos acompañantes

De alguna u otra manera, todos somos acompañantes. Algunos nos acompañamos para nacer, para dárnosla bienvenida a este mundo. Otros nos acompañamos para morir, para despedirnos de este plano. Otros nos acompañamos de forma intermedia e intermitente, en situaciones importantes, en momentos estratégicos o por periodos definidos. Pero de alguna u otra manera, todos somos eso, acompañantes. 

A veces papá y mamá creen que somos suyos, nos dan un sentido de pertenencia y eso es muy lindo por algunos años, pero después puede convertirse en algo que nos hace sufrir, porque nos forzamos a cumplir con las expectativas que ellos tienen de nosotros. Si eres mamá o papá no olvides que eres acompañante de tu hijo, lo acompañas a incorporarse en esta nueva vida. 

A veces cuando alguien a quien amamos va a morir o está enfermo, sufrimos y lloramos, pero muchas veces no es por el otro sino por la ausencia que va a dejar en nuestras vidas, queremos aferrarnos a que se queden, como si fueran nuestros, pero no lo son. Si estas en un proceso fuerte de perder a alguien, recuerda que eres un acompañante de su vida, pero él o ella no es tuyo. Permítele irse en paz y amor. 

Esto tal vez te sonará raro, fuerte, difícil de creer, tal vez te enoje o tal vez te haga sentido. Pero lo escribo particularmente para aquellos que están en este momento siendo acompañantes para morir. Si estás a su lado, puedes tomar su mano, mirarlo a los ojos y decirle te amo, recibe ese momento con honor, mira ese instante como el momento en el que acompañas al otro a trascender de este mundo material a un mundo ilimitado que no conocemos. Es difícil mirarnos en alguien que está por morir porque nos recuerda nuestra vulnerabilidad como seres humanos, nos recuerda que nuestro cuerpo tiene límites, que neutramente tiene límites, nos recuerda que estamos de paso en esta vida, pero eso no tiene por qué ser motivo de tristeza, sino de amor, amor por todos aquellos que nos acompañan, ya sea 5 minutos o sean muchos años, amor por aquellos que nos sonríen, por los que nos dan mensajes amargos de la vida, por los que nos hacen llorar y sentir nuestra humanidad, por los que nos abrazan y pegan así todos los pedazos rotos de nuestro corazón. 

Quizá sea sólo un momento, quizá sean unos meses o unos años, acompañar a alguien a morir es despedirlo de este mundo terrenal, normalicemos el dejarlos ir con una sonrisa en el rostro por recordar todos los momentos hermosos que vivimos juntos. Y si no tienes momentos tan hermosos, pero esa persona sigue viva, aún tienes la oportunidad de crearlos. 

Normalicemos el mirarnos en esta vida como acompañantes, no somos dueños de nada, somos parte del todo. 

No hay comentarios.: